Introducción
Había algo inquietante en la forma en que resonaban esos golpes sordos y persistentes desde el suelo de la habitación. Julia se despertó sobresaltada una vez más, con el corazón latiéndole desbocado en el pecho. A pesar de la oscuridad que envolvía su habitación, podía sentir la presencia acechante debajo de su cama. Con cada golpe, un escalofrío recorría su espalda, llenándola de temor.
Nudo
Julia llevaba días escuchando ese perturbador sonido, pero nunca se atrevió a mirar debajo de la cama. La idea de encontrarse con algo desconocido y terrorífico le paralizaba. Sin embargo, esa noche algo en ella cambió. Hastiada de la incertidumbre y del miedo que la consumía, decidió enfrentarse a su tormento.
Con manos temblorosas, se deslizó lentamente hacia el borde de la cama y se arrodilló en el suelo. Respiró hondo y, finalmente, se armó de valor para asomarse al abismo oscuro que se extendía bajo su cama. Lo que vio la dejó sin aliento.
Un par de ojos brillantes la observaban fijamente desde la penumbra. Eran unos ojos turbios, llenos de malicia y sed de algo indescifrable. Julia contuvo el aliento ante la presencia maligna que la acechaba desde las sombras. El ser bajo la cama emitió un gruñido gutural que heló la sangre de Julia.
Sin embargo, en lugar de retroceder, un impulso desconocido la impulsó a comunicarse con aquella criatura. En un susurro tembloroso, Julia preguntó: «¿Quién eres?»
La respuesta fue un susurro ronco que resonó en su mente: «Soy tu peor pesadilla, aquello que te atormenta en la oscuridad de la noche».
Aterrada, Julia se apartó de la cama y encendió la luz de la habitación. Pero cuando volvió la mirada hacia debajo de la cama, no había rastro de la criatura. Solo quedaba el eco de sus palabras retumbando en su cabeza.
Desenlace
A partir de esa noche, los sonidos bajo la cama cesaron por completo. Sin embargo, Julia sabía que aquella experiencia no era solo fruto de su imaginación. Había despertado algo en lo más profundo de su ser, algo que la conectaba con la oscuridad que acechaba en las sombras.
Se preguntaba si había hecho lo correcto al desafiar a la criatura bajo su cama, si acaso había desencadenado fuerzas que escapaban a su control. A pesar de sus dudas, algo dentro de ella había cambiado. Había develado una faceta desconocida de su propia valentía, una valentía que le permitía enfrentar sus miedos más profundos.
Julia sabía que aquella noche no sería la última vez que sentiría la presencia de la criatura en la oscuridad. Pero ahora, en lugar de temerle, sentía una extraña conexión con ella. Una conexión que le recordaba que en la oscuridad más profunda también se ocultaba la luz más brillante.
Y así, mientras se sumergía de nuevo en la calma de la noche, Julia cerró los ojos y dejó que el susurro de la criatura resonara en su mente, recordándole que en la oscuridad siempre habría un rastro de luz por descubrir.