Título: La niebla que devora
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Introducción: El susurro de la bruma
La pequeña ciudad de Valegrande siempre había estado rodeada de un aura de misterio. Sus calles empedradas y casas antiguas albergaban historias ocultas entre sus sombras. Sin embargo, algo diferente comenzó a suceder cuando una densa niebla grisácea se cernió sobre el lugar, devorando todo a su paso.
La niebla llegó de la noche a la mañana, sin previo aviso. Los habitantes de Valegrande la observaron con temor desde detrás de sus ventanas, preguntándose qué oscuro secreto escondía aquel extraño fenómeno. Algunos decían escuchar susurros en la bruma, voces ancestrales que parecían llamar sus nombres en un tono inquietante.
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Nudo: La sombra en la oscuridad
Conforme la niebla se extendía por las calles, los residentes de Valegrande comenzaron a experimentar sucesos cada vez más perturbadores. Algunos afirmaban ver sombras moverse entre la bruma, figuras indefinidas que parecían acechar desde lo más profundo de la oscuridad.
Una noche, Marta, una joven valiente y curiosa, decidió adentrarse en la niebla para descubrir la verdad detrás de aquel fenómeno sobrenatural. Con una linterna en mano, caminó por las callejuelas envueltas en el manto gris, sintiendo cómo el frío la calaba hasta los huesos y los susurros resonaban en sus oídos como un eco siniestro.
De repente, una figura borrosa se materializó frente a ella. Era una silueta oscura, con ojos brillantes que parecían contener un fuego antiguo. Marta sintió un escalofrío recorrerle la espalda y supo en ese momento que no estaba sola en aquella niebla que devoraba todo a su paso.
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Desenlace: El pacto con la bruma
Marta se mantuvo inmóvil, observando a la sombra con una mezcla de fascinación y terror. La figura se acercó lentamente, extendiendo una mano hacia ella. Sin pensarlo dos veces, Marta tomó la mano helada, sintiendo una corriente eléctrica recorrer su cuerpo.
La sombra le habló en un susurro ininteligible, pero Marta comprendió sus palabras. La niebla era un ente antiguo, hambriento de historias y almas perdidas. Ofreció a Marta un pacto: a cambio de su libertad, la joven debía entregarle una parte de su propia esencia, un pedazo de su ser que quedaría atrapado en la bruma para siempre.
Sin saber si era la decisión correcta, Marta aceptó el trato. La niebla se disipó lentamente, dejando a la joven sola en la oscuridad de la noche. ¿Había sido un sueño? ¿O había sellado un pacto con un ser de otro mundo?
Los habitantes de Valegrande nunca olvidarían aquella noche en la que la niebla devoró algo más que simples objetos. Y Marta, con una mirada enigmática en sus ojos, caminaba por las calles con la certeza de que algo había cambiado en su interior, algo que la ligaba irremediablemente a la bruma que devora.
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Con este relato, La niebla que devora, espero haber logrado atrapar tu atención y sembrar una semilla de intriga en tu mente. ¿Qué pasará después en Valegrande? Solo el tiempo y la bruma lo dirán. ¡Atrévete a adentrarte en las sombras y descubrir los secretos que yacen ocultos en la neblina!