El árbol De Las Almas

Introducción: El susurro de la oscuridad

En lo más profundo del bosque se encontraba un lugar temido por todos los habitantes del pequeño pueblo de Villa Oscura. Se trataba del legendario «Árbol de las Almas», una antiquísima secuoya cuyas ramas retorcidas se alzaban amenazadoramente hacia el cielo, como garras ansiosas por atrapar a quienes osaran acercarse demasiado. Se decía que este árbol milenario era el guardián de los espíritus atormentados que vagaban por la tierra en busca de venganza, y que aquellos que se aventuraban a adentrarse en su sombría presencia jamás volvían a ser los mismos.

Una noche de luna llena, tres valientes jóvenes decidieron desafiar a la superstición y explorar el oscuro bosque en busca del legendario árbol. Ignorando las advertencias de los lugareños, se adentraron en la espesura con el corazón lleno de intriga y temor, dispuestos a descubrir si la leyenda era cierta o simplemente una fábula para asustar a los crédulos.

Nudo: La llamada de las almas perdidas

A medida que se adentraban en el bosque, la oscuridad se cerraba a su alrededor como un manto siniestro, envolviéndolos en un silencio sepulcral que solo era interrumpido por el crujir de las ramas bajo sus pies. El camino se volvía cada vez más angosto y tortuoso, y pronto perdieron toda noción de dónde se encontraban.

De repente, uno de los jóvenes detuvo en seco, su rostro palideciendo de terror al escuchar un susurro inquietante que parecía provenir de las sombras. «¿Lo has oído?», murmuró con voz temblorosa, mirando a sus compañeros con los ojos desorbitados. Los otros dos intentaron calmarlo, atribuyendo el sonido a su imaginación excitada por el ambiente opresivo del bosque, pero algo en el aire les decía que algo no estaba bien.

Seguían avanzando, con el corazón latiendo con fuerza en sus pechos, cuando finalmente divisaron una luz titilante entre los árboles. Se acercaron con cautela y descubrieron una extraña claridad emanando de un claro en el bosque, donde el imponente Árbol de las Almas se alzaba majestuoso en toda su macabra gloria.

Desenlace: El pacto con la oscuridad

Al acercarse al árbol, los jóvenes sintieron una presencia invisible rodeándolos, como si las mismas raíces retorcidas del antiguo ser vivo estuvieran palpando sus almas. Una voz susurrante resonó en sus mentes, prometiéndoles secretos ancestrales a cambio de un tributo que haría temblar a sus corazones.

Uno de ellos, dominado por la curiosidad y el deseo de poder, se adelantó y extendió la mano hacia el tronco centenario. En ese instante, una luz cegadora los envolvió a todos, y una risa fría y cruel resonó en el bosque mientras el joven desaparecía ante sus ojos, absorbido por la oscuridad del Árbol de las Almas.

Los dos restantes huyeron aterrados, con el eco de la risa malévola persiguiéndolos en cada paso que daban. Regresaron al pueblo en estado de shock, incapaces de articular palabra sobre lo ocurrido en el bosque aquella noche maldita. Desde entonces, nadie volvió a escuchar hablar de los jóvenes desaparecidos, y el Árbol de las Almas continuó siendo un recordatorio ominoso de los peligros que acechaban en la oscuridad.

El misterio del árbol perduró en la memoria de los habitantes de Villa Oscura, generando especulaciones y leyendas que se transmitían de generación en generación. Algunos aseguraban que los jóvenes habían sido condenados a vagar eternamente como almas errantes, mientras que otros sostenían que habían pactado con fuerzas más allá de nuestra comprensión, sellando un destino incierto en las sombras del Árbol de las Almas.

El bosque siguió creciendo, cubriendo los rastros de aquel fatídico encuentro, pero el eco de la risa malévola aún resonaba en las noches de luna llena, recordándonos que hay secretos ocultos en lo más profundo de la oscuridad, esperando ser descubiertos por aquellos lo suficientemente valientes para desafiar al destino. Hasta el día de hoy, el Árbol de las Almas permanece en pie, testigo silente de los horrores que yacen ocultos en su sombra eterna.

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