# Introducción: El ascensor misterioso
Desde siempre, el edificio de la calle Henshaw había sido un lugar lleno de rumores y leyendas urbanas. Los habitantes de la ciudad evitaban pasar por allí, y solo los más valientes se atrevían a adentrarse en sus sombrías entradas. Pero entre todas las historias que circulaban, una en particular llamaba la atención: el ascensor que nunca sube.
# Nudo: La escalofriante experiencia
La joven periodista Laura había escuchado hablar de aquel ascensor en innumerables ocasiones, pero su curiosidad era más fuerte que el miedo que sentía. Decidió investigar por su cuenta, convencida de que podría descubrir la verdad detrás de aquel misterio. Una noche, cuando todos dormían, se adentró en el edificio de la calle Henshaw.
Al entrar, una sensación de frío la recorrió entera. Los pasillos estaban oscuros y desiertos, solo iluminados por la tenue luz de las lámparas que parpadeaban intermitentemente. Laura buscó el ascensor, siguiendo las indicaciones de los vecinos del lugar. Finalmente, lo encontró en un rincón apartado del vestíbulo, como si estuviera esperando ser descubierto.
Sin pensarlo dos veces, Laura pulsó el botón para llamar al ascensor. El silencio que siguió fue espeluznante. No se oía ningún sonido, ni el característico zumbido de la maquinaria. Las puertas se abrieron lentamente, revelando un interior oscuro y sombrío. Con el corazón latiéndole con fuerza, Laura se adentró en el ascensor y pulsó el botón para subir.
Pero algo extraño sucedió. A pesar de que el ascensor comenzó a moverse, el contador de pisos no avanzaba. Laura miraba fijamente los números parpadeantes, esperando ver algún cambio, pero todo seguía igual. El ascensor ascendía lentamente, como si estuviera atrapado en un bucle infinito, sin llegar nunca a su destino.
# Desenlace: El enigma sin resolver
Después de lo que parecieron horas, el ascensor se detuvo abruptamente. Las puertas se abrieron lentamente, revelando un pasillo oscuro y desconocido. Laura sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero su curiosidad era más fuerte que el miedo. Decidió adentrarse en aquel lugar misterioso, dispuesta a descubrir la verdad.
Caminó por el pasillo, iluminado solo por la luz tenue que se filtraba por las ventanas cubiertas de polvo. A medida que avanzaba, los murmullos se hicieron más audibles, susurros que parecían provenir de todas partes a la vez. Laura se detuvo en seco al llegar a una puerta entreabierta, desde donde emanaba una luz mortecina.
Con temor, empujó la puerta y entró en lo que parecía ser una habitación abandonada. En el centro, un viejo ascensor se alzaba imponente, con las puertas abiertas de par en par. Sin pensarlo dos veces, Laura se adentró en aquel ascensor olvidado y pulsó el botón para subir.
La sensación de déjà vu la invadió al ver que el contador de pisos no avanzaba, quedando atrapada en un bucle eterno. El ascensor ascendía lentamente, llevándola a lo desconocido, a un destino incierto. ¿Cuál era el secreto de aquel ascensor que nunca sube? ¿Qué misterios escondía aquel edificio en la calle Henshaw?
Nunca se supo qué fue de Laura. Algunos dicen que desapareció en aquel ascensor maldito, mientras que otros afirman que logró escapar de aquella pesadilla. El edificio de la calle Henshaw continúa en pie, testigo silencioso de las historias que se tejen a su alrededor, esperando a que alguien más se atreva a desvelar sus oscuros secretos.
El ascensor que nunca sube sigue siendo un misterio sin resolver, una leyenda urbana que perdura en el tiempo, recordándonos que hay lugares en los que es mejor no adentrarse, donde el peligro acecha en cada rincón, esperando a aquellos que osan desafiar lo desconocido. Y tú, lector, ¿te atreverías a subir en ese ascensor? ¿O prefieres dejar que el enigma perdure en la oscuridad de la noche, como un susurro inquietante que se desvanece en la brisa nocturna?