El Canto De Las Almas Rotas

El canto de las almas rotas

Ha pasado una semana desde que me mudé a esta casa en el campo. Desde el primer día, algo en el ambiente me ha perturbado. Las noches son especialmente inquietantes; un suave murmullo parece acompañar el viento que sopla a través de los árboles, como si las almas de aquellos que alguna vez habitaron este lugar intentaran comunicarse conmigo.

#La llegada a la mansión

Al adentrarme en la vieja mansión, sentí cómo una fría brisa recorría mi espalda, erizándome la piel. El silencio reinaba en cada rincón, solo interrumpido por el crujir de mis propios pasos sobre el suelo de madera. Mientras exploraba las habitaciones, noté que todas tenían un aire sombrío, como si estuvieran impregnadas de tristeza y desesperanza.

Una puerta al final del pasillo llamó mi atención. Al abrirla, un fuerte olor a musgo y humedad invadió mis sentidos. En el centro de la habitación, una antigua gramola reposaba en el suelo, cubierta de polvo y telarañas. Sin pensarlo dos veces, decidí darle cuerda y escuchar su melodía.

Al darle la vuelta a la manivela, un escalofrío recorrió mi cuerpo al tiempo que una melodía melancólica y desconocida empezó a sonar. El canto parecía emanar de las grietas de las paredes, como si las mismas piedras gemieran de dolor.

#La revelación en la oscuridad

Conforme la canción avanzaba, las luces de la habitación comenzaron a parpadear, sumiendo todo en penumbra. Mis latidos se aceleraron y una sensación de pánico me invadió. Fue entonces cuando vi las sombras moverse en las esquinas, contorsionándose de una forma inhumana y desgarradora.

Un grito estridente rompió el silencio, haciéndome retroceder hacia la puerta. Sin embargo, al intentar abrirla, descubrí horrorizado que estaba sellada. Las sombras se acercaban lentamente, susurros ininteligibles resonaban en mis oídos, como si intentaran comunicarse conmigo.

En ese momento, comprendí que las almas rotas que habitaban la mansión estaban buscando algo, alguien que les ayudara a encontrar la paz que tanto ansiaban. La canción de la gramola era su llamada desesperada, su último intento de salir de la oscuridad en la que se encontraban atrapadas.

#El despertar de las almas

Desesperado, busqué una salida, pero cada puerta a la que me acercaba se cerraba ante mí. Las sombras se hicieron más densas, rodeándome en una danza macabra. Fue entonces cuando recordé que la única forma de romper el hechizo era descubrir la verdad que se escondía detrás de la canción de las almas rotas.

Decidí enfrentar mi miedo y me dirigí hacia la gramola. Con manos temblorosas, detuve la manivela y el canto cesó de inmediato. Un silencio sepulcral llenó la habitación, las sombras se disiparon y la puerta frente a mí se abrió de par en par, revelando una luz cegadora que me invitaba a salir.

Al abandonar la mansión, un susurro suave acarició mi oído, agradecido y melancólico a la vez. Las almas rotas habían encontrado su liberación, y yo, un testigo de su tormento y redención. Ahora, cada vez que el viento sopla entre los árboles, puedo escuchar en su murmullo el eco de aquella triste melodía, recordándome que en lo más oscuro pueden hallarse respuestas insospechadas.

Este relato es solo el principio de una historia que nunca sabré si fue real o producto de mi imaginación. Pero una cosa es segura: el canto de las almas rotas seguirá resonando en mi memoria, recordándome que en la oscuridad también puede haber belleza, si sabemos escuchar con el corazón abierto.

Espero que este relato haya cumplido tus expectativas y haya logrado mantener tu interés hasta el final. ¡Gracias por permitirme compartir esta historia contigo!

Deja un comentario