Introducción: La Calma antes de la Tormenta
En un pequeño pueblo rodeado de bosques densos y misteriosos, se alzaba una antigua casa de campo abandonada. Su fachada destartalada y sus ventanas rotas contaban historias de tiempos pasados, de risas infantiles que ahora solo resonaban en el eco del viento. En el patio trasero de la casa, se erguía solitario un columpio de madera, oscilando suavemente como si estuviera habitado por una presencia invisible.
Los lugareños evitaban pasar cerca de la casa, susurrando entre ellos historias de fantasmas y sucesos inexplicables que ocurrían en sus cercanías. Pero un grupo de amigos, intrépidos y curiosos, decide desafiar las leyendas y adentrarse en la casa abandonada una noche de luna llena.
Nudo: La Danza de las Sombras
Al cruzar el umbral de la casa, sintieron una ráfaga de frío que les caló hasta los huesos. La luz de sus linternas iluminaba polillas danzantes y sombras que se retorcían en las paredes. El suelo crujía bajo sus pies, como si la casa misma estuviera viva y respirando a su alrededor.
El grupo avanzó con cautela, explorando cada rincón en busca de respuestas. Cuando llegaron al patio trasero, quedaron petrificados al ver el columpio moverse por sí solo, como si una fuerza invisible lo balanceara con suavidad. Un escalofrío recorrió sus espaldas, pero la curiosidad les impulsaba a seguir adelante.
De repente, una voz susurrante resonó en sus oídos, susurros ininteligibles que parecían provenir de las sombras mismas. Los amigos se miraron entre sí, con los corazones palpitando con fuerza en sus pechos. Sabían que no estaban solos en la casa, que algo más siniestro les observaba desde las sombras.
Desenlace: El Misterio sin Resolver
Decidieron huir de la casa, corriendo como si el mismísimo diablo les persiguiera. Al salir a la luz de la luna, se detuvieron para recuperar el aliento y mirar atrás. La casa de campo permanecía en silencio, como si nada hubiera ocurrido dentro de sus paredes.
El columpio seguía ahí, inmóvil bajo la luz plateada de la luna. Los amigos intercambiaron miradas llenas de temor y asombro, preguntándose si lo que habían vivido era real o solo producto de sus mentes atormentadas. El misterio del columpio que se balanceaba solo quedó sin resolver, flotando en el aire como una sombra fantasmagórica.
Y así, la antigua casa de campo siguió en pie, testigo silencioso de sucesos inexplicables y de historias que se perdían en el viento. Los lugareños continuaron evitando el lugar, temerosos de despertar a los secretos que yacían dormidos en su interior.
El columpio, sin embargo, siguió balanceándose suavemente en las noches de luna llena, como si una presencia invisible aún jugara en su asiento vacío. Y aunque nadie volvió a adentrarse en la casa abandonada, el rumor de susurros y sombras persistió en el tiempo, alimentando el misterio del columpio que se balanceaba solo.