# Introducción: La sombra en la penumbra
El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y morados que se filtraban por las cortinas del viejo caserón. En lo más profundo de aquel lugar, se encontraba el cuarto de los ecos, un lugar ominoso y enigmático que atraía con su misteriosa presencia. Nadie sabía a ciencia cierta qué secretos guardaba, pero todos evitaban acercarse a él, como si algo siniestro se escondiera entre sus paredes.
# Nudo: Los susurros de la oscuridad
Desde que la familia Smith se mudó al caserón, extraños sucesos comenzaron a ocurrir. Voces susurrantes resonaban por los pasillos durante la noche, sombras se movían en las paredes y puertas se abrían y cerraban sin razón aparente. Los niños, curiosos por naturaleza, decidieron explorar el cuarto de los ecos, desafiando así las advertencias de sus padres.
Una vez dentro, una sensación helada recorrió sus cuerpos, como si el frío penetrara en sus almas. El aire estaba cargado de un silencio denso, interrumpido solo por un débil eco que resonaba en las paredes. Los hermanos se miraron con temor, pero algo les impulsaba a seguir adelante, a descubrir la verdad oculta detrás de aquel enigma.
# Desenlace: El eco del pasado
En el centro de la habitación, una antigua caja de música descansaba sobre una mesa polvorienta. Al acercarse, los niños notaron que la melodía que emitía no era normal, distorsionada y macabra, como si proviniera de otro mundo. Intrigados, abrieron la caja y descubrieron un antiguo diario, cuyas páginas estaban manchadas de sangre y escritas con una caligrafía temblorosa.
Las palabras narraban la historia de una tragedia ocurrida en aquel lugar hace muchos años, cuando una joven fue encerrada en el cuarto de los ecos por un amor prohibido. Su espíritu atormentado aún vagaba por los pasillos, buscando venganza y liberación. Los niños sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos al comprender la verdad, pero ya era demasiado tarde.
La sombra de la joven se materializó frente a ellos, con ojos vacíos y un susurro helado que perforó sus almas. En un último acto desesperado, los niños cerraron la caja de música, provocando que la habitación se sumiera en un silencio sepulcral. Cuando abrieron los ojos, se encontraban nuevamente en su habitación, con la certeza de que el cuarto de los ecos seguía ahí, esperando a nuevos intrusos.
El misterio del cuarto de los ecos permaneció sin resolver, una leyenda que perduraría en la memoria de quienes osaran desafiarlo. ¿Qué secretos más aguardaban en su interior? Solo aquellos valientes o insensatos podrían descubrirlo, pero siempre bajo el riesgo de quedar atrapados en su eco eterno.