Introducción: El reflejo ominoso
La tormenta rugía con furia afuera, azotando las ventanas de la antigua mansión con ráfagas de viento helado. En el interior, la luz parpadeante de las velas proyectaba sombras danzantes por las paredes, creando un ambiente de intranquilidad y suspenso. En una de las habitaciones, un espejo antiguo se alzaba imponente sobre la cómoda de madera tallada, reflejando la escena macabra que se desarrollaba en su entorno.
Nudo: La presencia en el cristal
Marina, una joven curiosa y valiente, se acercó al espejo con pasos temblorosos. Su reflejo parecía distorsionarse sutilmente, como si algo estuviera alterando la superficie del cristal. Intrigada, extendió la mano hacia el espejo, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda al notar que el vidrio estaba gélido al tacto. De repente, una imagen borrosa y aterradora se formó en el reflejo: una figura encapuchada y de ojos vacíos la observaba fijamente desde el otro lado del espejo.
Marina retrocedió con horror, pero la figura parecía seguir sus movimientos, imitando cada gesto con una sonrisa macabra en el rostro. Sin poder apartar la mirada, Marina se sintió atrapada en un juego siniestro con su propio reflejo. La habitación se llenó de un aire pesado y opresivo, mientras la presencia en el espejo parecía tomar control de su mente y su voluntad.
Desenlace: La verdad reflejada
Con el corazón latiendo desbocado, Marina intentó escapar de la influencia del espejo, pero era como si estuviera hipnotizada por la imagen que la observaba con malévola satisfacción. En un acto desesperado, buscó una solución en el antiguo diario de la mansión, donde descubrió la historia de un antiguo ritual realizado en esa habitación para invocar a entidades oscuras.
Decidida a romper el hechizo, Marina enfrentó su propio reflejo con determinación, desafiando a la presencia maligna que se escondía detrás del cristal. Con un grito de valentía, golpeó el espejo con fuerza, haciendo que se resquebrajara en mil pedazos y liberando así su alma de la influencia malévola.
La tormenta comenzó a disiparse lentamente, y en el silencio que siguió, Marina contempló los restos del espejo roto con una mezcla de alivio y horror. ¿Qué misterios insondables se escondían tras aquel reflejo ominoso? ¿Acaso había logrado romper el lazo que la unía a la presencia en el cristal, o simplemente había desencadenado fuerzas más allá de su comprensión?
Solo el tiempo lo diría, pero una cosa era segura: el espejo en la tormenta guardaba secretos oscuros que nunca deberían ser revelados, pues a veces, es mejor dejar que ciertos misterios permanezcan en las sombras, ocultos a los ojos curiosos de los mortales.
Fin.