# Introducción: El susurro en la oscuridad
La noche caía sobre el pequeño pueblo de Silverwood, envolviéndolo en una densa capa de neblina que parecía devorar los contornos de las casas y árboles. Los habitantes, acostumbrados a los silencios inquietantes que traía consigo la bruma nocturna, se refugiaban en sus hogares con la sensación de que algo acechaba en las sombras.
En una de las casas más alejadas del centro del pueblo, vivía Elena, una joven de cabello oscuro y mirada inquisitiva. Desde hacía semanas, había escuchado un grito agónico que se perdía entre la neblina, un lamento que la perturbaba y que parecía provenir de algún lugar desconocido. Intrigada por el misterio que envolvía aquel sonido, decidió adentrarse en la oscuridad para descubrir su origen.
# Nudo: El eco de la pesadilla
Una vez que la luna se alzó en lo alto del cielo, iluminando apenas el camino, Elena salió de su casa decidida a resolver el enigma del grito en la neblina. Sus pasos resonaban en la calle vacía, mezclándose con el siseo del viento que agitaba las ramas de los árboles. La neblina se espesaba a su alrededor, formando figuras difusas que se desvanecían en cuanto intentaba enfocarlas con la mirada.
De repente, el grito resonó de nuevo, más cerca esta vez, como si alguien estuviera justo detrás de ella. Elena se detuvo en seco, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Giró rápidamente, pero en la penumbra no pudo distinguir nada más que sombras moviéndose entre la niebla. El miedo se apoderó de ella, pero su curiosidad resultaba más fuerte.
Decidió adentrarse en el bosque que rodeaba el pueblo, siguiendo el eco del grito que la guiaba entre los árboles retorcidos y el suelo cubierto de hojas marchitas. Cada paso le sumergía más en la oscuridad, en un lugar donde el tiempo parecía detenido y los susurros del viento se confundían con sus propios latidos acelerados.
# Desenlace: El silencio roto
Tras caminar durante lo que parecieron horas, el grito se desvaneció en un susurro lejano, dejando a Elena en medio de la maleza, con el corazón palpitando en su pecho. El silencio que la rodeaba era abrumador, tan intenso que podía escuchar el eco de su propia respiración resonando en la quietud de la noche.
De pronto, una figura emergió de entre los árboles, un ser pálido y demacrado que avanzaba hacia ella con lentitud, emitiendo un gemido lastimero que helaba la sangre. Elena retrocedió, paralizada por el terror, mientras la criatura se acercaba sin dejar de emitir aquel lamento desgarrador.
Finalmente, cuando la figura estuvo a escasos metros de distancia, se detuvo y alzó una mano temblorosa, señalando hacia lo más profundo del bosque. Sin pronunciar palabra alguna, desapareció entre las sombras, dejando a Elena sola y con más preguntas que respuestas.
El misterio del grito en la neblina quedó sin resolver, perdido en la oscuridad del bosque y en la mente atormentada de la joven. ¿Qué era aquella criatura que había encontrado? ¿Por qué emitía aquel desgarrador lamento? Las sombras seguían danzando a su alrededor, susurros indescifrables que la invitaban a seguir adelante, aunque nunca pudiera olvidar aquel grito que resonaba en la neblina.