El Grito En La Niebla

Introducción: La niebla acechante

Era una noche fría y oscura en el pequeño pueblo de Fluvina, rodeado por densos bosques y enclavado en las profundidades de la montaña. La niebla se deslizaba silenciosa entre las calles adoquinadas, ocultando todo a su paso y envolviendo al lugar en un velo de misterio y temor. La gente del pueblo susurraba sobre extrañas desapariciones que ocurrían cuando la niebla descendía sobre ellos, y todos evitaban salir de sus hogares una vez caída la noche.

Nudo: El grito en la oscuridad

En una de esas noches, un joven llamado Mateo decidió desafiar a la niebla y aventurarse fuera de su casa en busca de respuestas. Había escuchado rumores sobre un antiguo manuscrito que se decía contenía la clave para desentrañar el misterio de la niebla en Fluvina, y en su desesperación por salvar a su hermana, desaparecida hace semanas, decidió emprender una peligrosa búsqueda.

Caminando por las estrechas callejuelas iluminadas por parpadeantes faroles, Mateo se adentró en el bosque que rodeaba el pueblo. A medida que avanzaba, la niebla se espesaba, envolviéndolo en su frío abrazo y dificultando su visión. Escuchaba susurros sibilinos que parecían provenir de las sombras danzantes a su alrededor, y su corazón latía con fuerza en su pecho, presagiando peligro inminente.

De repente, un grito agudo rasgó la noche, helando la sangre de Mateo y haciéndole detenerse en seco. El sonido era tan desgarrador y lleno de dolor que el joven sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero la determinación por encontrar a su hermana lo impulsó a seguir adelante, ignorando el miedo que amenazaba apoderarse de él.

Desenlace: El secreto de la niebla eterna

Finalmente, tras horas de búsqueda en la oscuridad y la niebla, Mateo llegó a un claro en el bosque donde se alzaba una antigua mansión cubierta de enredaderas y musgo. La estructura parecía desmoronarse lentamente, pero una débil luz brillaba en una de las ventanas superiores, atrayendo la atención del joven.

Decidido a descubrir la verdad, Mateo entró en la mansión y se aventuró por sus pasillos polvorientos y oscuros. El grito agudo resonaba en sus oídos, guiándolo hacia una sala secreta oculta en lo más profundo de la mansión. Al abrir la puerta, una escena macabra se desplegó ante sus ojos: en el centro de la habitación yacía un antiguo altar rodeado por velas humeantes, y sobre él se erguía una figura encapuchada que emitía el escalofriante grito que había perturbado la noche.

La figura se volvió lentamente hacia Mateo, revelando unos ojos vacíos y fríos que parecían traspasar su alma. Con voz ronca, la figura le reveló el oscuro secreto de la niebla eterna que asolaba Fluvina: un pacto ancestral sellado en sangre, que exigía sacrificios humanos para mantener a raya a una entidad antigua y maligna que habitaba en las sombras.

Sin embargo, antes de que la figura pudiera hacerle daño, Mateo tomó el manuscrito que reposaba sobre el altar y lo arrojó a las llamas de las velas, desatando una explosión de luz que purificó la mansión y disipó la niebla que envolvía el pueblo de Fluvina. La figura encapuchada se desvaneció en la oscuridad, dejando tras de sí un eco de su grito desgarrador.

Perdido en pensamientos y emociones encontradas, Mateo regresó al pueblo, donde la niebla se disipaba lentamente y los primeros rayos del amanecer iluminaban el horizonte. Aunque su hermana nunca regresó, la paz y la esperanza volvieron a reinar en Fluvina, mientras el joven guardaba en su memoria el grito en la niebla como un recordatorio de los peligros ocultos en la oscuridad.

Así concluyó la oscura historia de Mateo y la niebla eterna de Fluvina, un relato de terror y misterio que perduraría en la memoria de quienes se aventuraran a escucharlo, recordándoles que incluso en la más profunda oscuridad, siempre prevalece una luz de esperanza.

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