El Hombre Detrás De La Puerta

Introducción: El Llamado de la Oscuridad

En medio de la noche, cuando el silencio envuelve la casa y las sombras se alargan en cada rincón, hay una puerta olvidada. Una puerta que no pertenece a ningún cuarto conocido, detrás de la cual se oculta un misterio insondable. Algo acecha desde el otro lado, algo que espera pacientemente a ser liberado.

Nudo: La Presencia Invisible

María era una joven valiente, curiosa por naturaleza, que siempre había sentido una extraña atracción por la puerta misteriosa en el antiguo caserón donde vivía con su familia. No importaba cuántas veces le dijeran que era peligroso acercarse a ella, su curiosidad era más fuerte. Una noche, mientras todos dormían, María sintió como si algo la llamara desde detrás de la puerta. Una voz susurrante, casi inaudible, pero tan persuasiva que no pudo resistirse.

Cautelosamente, se acercó a la puerta y posó sus manos temblorosas sobre la fría madera. Un escalofrío recorrió su espalda cuando giró el picaporte y la puerta se abrió lentamente, revelando un pasillo oscuro y desconocido que se extendía hacia la oscuridad. Con paso vacilante, María cruzó el umbral y se adentró en la penumbra, siguiendo el llamado de lo desconocido.

A medida que avanzaba, los susurros se intensificaban, resonando en sus oídos como un eco inquietante. Sombras danzaban a su alrededor, con formas indistintas y ojos brillantes que observaban desde la oscuridad. María sentía el palpitar de su corazón en su garganta, una mezcla de miedo y emoción que la impulsaba a seguir adelante, sin saber qué encontraría al final del pasillo interminable.

Desenlace: La Revelación en la Oscuridad

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, María llegó a una habitación iluminada por una débil luz mortecina. En el centro de la habitación yacía un espejo antiguo y polvoriento, reflejando una figura borrosa que se movía junto a ella. Con un nudo en la garganta, María se acercó al espejo y contempló horrorizada su propio rostro distorsionado por una presencia invisible que la rodeaba.

Entonces, una voz susurró en su oído, tan cerca que pudo sentir el aliento gélido en su piel. «Bienvenida, María», susurró la voz, cargada de un mal ancestral y una promesa siniestra. «Has abierto la puerta a lo desconocido, ahora no hay vuelta atrás». La habitación se estremeció con una fuerza sobrenatural, y María supo en ese momento que había desatado una fuerza más allá de su comprensión.

El espejo comenzó a resquebrajarse, mostrando grietas que revelaban un abismo de sombras y ojos sin rostro que la observaban con avidez. María sintió cómo la oscuridad la envolvía, consumiendo su ser en un remolino de terror y muerte. Y cuando creyó que todo estaba perdido, un destello de luz cegadora la envolvió, y la presencia invisible desapareció en un susurro fugaz.

María yacía en el suelo, agitada y temblorosa, sin comprender del todo lo que acababa de experimentar. La puerta misteriosa se cerró con un golpe sordo detrás de ella, dejándola sola en la penumbra. ¿Qué había despertado en lo más profundo de la casa? ¿Qué secreto guardaba la presencia invisible que la había acechado en la oscuridad?

Cerró los ojos, sintiendo el latido frenético de su corazón, sabiendo que algo oscuro y antiguo se agitaba en las sombras, esperando pacientemente su próxima víctima. Y mientras la noche se desvanecía lentamente, María supo que la puerta nunca volvería a estar cerrada, y que el hombre detrás de la puerta aguardaba, eternamente hambriento de almas perdidas en la oscuridad.

El misterio continuaba, enredando sus hilos invisibles alrededor de los corazones valientes que se atrevieran a desafiar lo desconocido. Y así, la historia del hombre detrás de la puerta perduraría en las sombras, susurrando su llamado inquietante a aquellos que buscaran respuestas en los abismos de la noche eterna.

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