El Hombre Que Nunca Cierra Los Ojos

# Introducción: Los ojos que nunca descansan

En un pequeño pueblo rodeado por densos bosques y misteriosas leyendas, la historia de un hombre peculiar corría de boca en boca. Se decía que este individuo, conocido como «El hombre que nunca cierra los ojos», vivía en una casa apartada en las afueras, donde pasaba sus días y noches sin interrupción. Nadie sabía exactamente por qué este hombre se ganó ese apodo, pero la sola idea de alguien que nunca dormía ni cerraba sus ojos para descansar era suficiente para sembrar el miedo entre los habitantes del lugar.

# Nudo: La sombra de la intriga

Cada noche, cuando el sol se ocultaba en el horizonte y el pueblo quedaba sumido en la oscuridad, surcada únicamente por la luz titilante de faroles y velas, la figura del hombre misterioso podía verse a lo lejos, observando fijamente con sus ojos abiertos. Muchos aseguraban haberlo visto deambular por los senderos boscosos, siempre en completa vigilia, como si temiera algo que solo él podía percibir. Algunos valientes intentaron acercarse a su morada, pero una extraña sensación de malestar los alejaba, como si las sombras mismas los advirtieran de no perturbar su eterna vigilia.

# Desenlace: El susurro de la eternidad

Una fría noche de otoño, un joven aventurero decidió desafiar el mito del hombre que nunca cerraba los ojos. Armado con una linterna y su valentía, se adentró en el bosque en busca de la morada del enigmático individuo. Tras horas de búsqueda, finalmente encontró la casa solitaria, con las ventanas iluminadas por una débil luz que parecía palpitar en la oscuridad.

Al acercarse, una voz suave y melancólica lo detuvo en seco. «¿Por qué buscas lo que no puedes comprender?», susurró el hombre, cuya figura se recortaba en la penumbra. El joven sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal, pero su curiosidad era más fuerte que el miedo. Sin embargo, antes de que pudiera formular una respuesta, una bruma espesa envolvió la casa, ocultando al hombre y al intruso de miradas indiscretas.

Al día siguiente, los habitantes del pueblo descubrieron la casa abandonada y desolada, como si nunca hubiera sido habitada. El joven aventurero jamás regresó, dejando tras de sí solo un rastro de incertidumbre y temor. Algunos aseguran que todavía pueden escuchar el susurro de la voz del hombre que nunca cerraba los ojos, advirtiendo a quienes buscan revelar los secretos más profundos de la noche eterna.

El mito del hombre que nunca cierra los ojos perdurará en la memoria del pueblo, alimentando la curiosidad y el miedo de generaciones venideras. Quizás, detrás de sus enigmáticos ojos abiertos, se escondan verdades que la mente humana no está preparada para comprender, sumergidas en la eterna vigilia de la oscuridad.

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