En un pequeño pueblo rodeado de densos bosques y montañas escarpadas, se contaba la historia de un hombre misterioso que recorría los caminos sin rumbo fijo. Se decía que su presencia traía consigo una sensación de inquietud y temor entre los lugareños, quienes lo veían como un ser fuera de lo común. Nadie sabía de dónde venía ni hacia dónde se dirigía, pero todos coincidían en algo: nadie que había logrado cruzarse con él había vuelto nunca más.
Una noche de luna llena, un joven llamado Rodrigo decidió aventurarse por los senderos boscosos en busca de emociones prohibidas. Se había obsesionado con la leyenda del hombre que nunca regresa y deseaba comprobar por sí mismo si era real o solo una invención de mentes asustadizas. Armado con valor y temeridad, se adentró en la oscuridad de la selva, ignorando las advertencias de los lugareños.
Caminó durante horas, el susurro del viento entre los árboles parecía guiarlo hacia lo desconocido. De repente, vislumbró una figura oscura moviéndose entre las sombras. El corazón de Rodrigo latía con fuerza, pero una extraña fascinación lo impulsó a seguir adelante. Con paso decidido, se acercó al extraño ser y le preguntó en voz temblorosa: «¿Eres tú el hombre que nunca regresa?».
La figura se detuvo y lentamente giró su rostro hacia Rodrigo. Sus ojos brillaban con una luz sobrenatural, su piel palidecía bajo la luz plateada de la luna. Sin decir una palabra, extendió su mano huesuda hacia el joven, invitándolo a seguirlo. Rodrigo sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero una fuerza irresistible lo obligó a tomar la mano del extraño y dejarse llevar hacia lo desconocido.
Desde aquella noche, Rodrigo desapareció sin dejar rastro, sumiéndose en el misterio que rodeaba al hombre que nunca regresa. Los lugareños murmuraban entre ellos, asegurando que el joven había sido víctima de su propia curiosidad y había pagado un precio demasiado alto por desafiar lo desconocido. Algunos afirmaban haber visto la silueta del extraño paseándose solitaria por los bosques, buscando a nuevos incautos que sucumbieran a su influencia.
El pueblo quedó sumido en un aura de temor y superstición, recordando siempre la historia de Rodrigo como una advertencia de lo peligroso que puede resultar enfrentarse a lo sobrenatural. El hombre que nunca regresa seguía siendo un enigma sin resolver, un enigma que alimentaba las pesadillas de aquellos que osaban adentrarse en los límites de lo desconocido.
Y así, la leyenda perduraba en el tiempo, sin respuestas ni explicaciones, dejando a todos con la inquietante certeza de que hay cosas en este mundo que es mejor no desafiar, pues el precio a pagar puede ser demasiado alto. ¿Qué habrá sido del joven Rodrigo? ¿Se habrá unido para siempre al misterioso hombre que nunca regresa, o habrá encontrado una salida de aquel oscuro destino? Solo el viento entre los árboles guarda la respuesta, susurrando secretos que nunca serán revelados.
¡Espero que esta historia de terror te haya atrapado en su misterio y te haya hecho reflexionar sobre los peligros de lo desconocido! Si necesitas más relatos escalofriantes, ¡no dudes en pedírmelos!