El Huésped Sin Rostro

# Introducción: La llegada del huésped sin rostro

La pequeña cabaña en el bosque estaba envuelta en una oscuridad impenetrable, como si la sombra misma se hubiera apoderado de sus muros. Aquella noche, una bruma fría y espesa se cernía sobre los árboles, dándole al lugar un aspecto aún más siniestro. Dentro de la cabaña, Laura observaba con nerviosismo la chimenea que apenas emitía un débil resplandor, tratando de calentarse las manos heladas.

Desde que se había mudado a aquella cabaña perdida en medio del bosque, algo no parecía estar bien. Había escuchado susurros en las sombras, pasos que no pertenecían a ninguna criatura viva y un frío inexplicable que la acompañaba a cada paso. Pero nada de eso podía compararse con lo que estaba por suceder.

# Nudo: La presencia invisible

Una noche, tras un largo día de trabajo, Laura regresó a la cabaña exhausta y con la sensación de estar siendo observada. Al entrar, sintió un escalofrío recorrerle la espalda, como si un aliento gélido le rozara la nuca. Con el corazón acelerado, encendió las velas y se sentó junto a la chimenea, intentando ignorar la sensación de malestar que la invadía.

Fue entonces cuando lo vio. En medio de la penumbra, una figura borrosa se materializó frente a sus ojos, sin rostro, solo una silueta oscura que parecía flotar en el aire. Laura contuvo el aliento, incapaz de articular palabra alguna. ¿Qué era aquello? ¿Cómo podía ser real?

La presencia sin rostro se acercó lentamente, emitiendo un susurro ininteligible que resonaba en la mente de Laura como un eco ominoso. Intentó huir, pero sus piernas se negaban a moverse, como si estuvieran petrificadas por el terror. La figura extendió una mano incorpórea hacia ella, como si quisiera comunicarse, pero sin poder ver sus facciones, el miedo la paralizaba.

# Desenlace: El misterio sin resolver

Al día siguiente, la cabaña en el bosque amaneció desierta. Laura había desaparecido sin dejar rastro, dejando atrás solo un rastro de velas consumidas y un aura de misterio que envolvía toda la escena.

Los lugareños murmuraban sobre la extraña desaparición de la joven, algunos mencionaban haber visto sombras moviéndose entre los árboles, otros aseguraban escuchar susurros en la oscuridad de la noche. Pero nadie pudo explicar lo que realmente había ocurrido aquella fatídica noche en la que el huésped sin rostro hizo su aparición.

Algunos afirmaban que Laura había sido arrastrada a otro mundo por la entidad misteriosa, otros creían que simplemente había enloquecido ante la visión de lo desconocido. Pero la verdad seguía oculta en las sombras, esperando a ser descubierta por aquellos valientes que se atrevieran a adentrarse en el bosque y desafiar a lo inexplicable.

Y así, el misterio del huésped sin rostro perduró en la memoria de aquel lugar, recordando a todos que en las profundidades del bosque, acechaba algo más allá de nuestra comprensión, algo que no tenía rostro ni nombre, solo una presencia indescriptible que se manifestaba en la oscuridad para recordarnos que, a veces, las sombras guardan secretos que nunca deberían ser revelados.

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