Introducción: El reflejo en la oscuridad
Era una noche fría y lluviosa, el viento soplaba con fuerza haciendo crujir las ramas de los árboles. Amanda caminaba apresuradamente por las solitarias calles de un pequeño pueblo, tratando de llegar a su hogar lo más rápido posible. La oscuridad era intensa, apenas iluminada por la tenue luz de las farolas que parpadeaban intermitentemente.
De repente, Amanda sintió una extraña sensación de que alguien la observaba. Se detuvo en seco y miró a su alrededor, pero no había nadie a la vista. Solo el eco de sus propios pasos resonaba en el silencio de la noche. Sin embargo, cuando levantó la mirada hacia la ventana de una antigua casa abandonada, vio algo que heló su sangre: en el cristal se reflejaba una figura borrosa, un rostro pálido y sin rasgos definidos que la observaba fijamente.
Nudo: La presencia en el espejo
Amanda sintió un estremecimiento recorrer su espalda y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo al ver aquel reflejo perturbador. Instintivamente, dio un paso atrás, pero el reflejo parecía seguir moviéndose, como si estuviera vivo. Con el corazón latiendo desbocado, decidió acercarse lentamente a la ventana, sin apartar la mirada de aquel rostro en el cristal.
Al llegar frente al ventanal, notó que la figura en el reflejo tenía los ojos vacíos, sin vida, pero a la vez llenos de una malévola intención. Un escalofrío recorrió su espina dorsal y un miedo profundo la invadió. Quiso apartar la vista, pero algo en aquel reflejo la mantenía hipnotizada, como si una fuerza sobrenatural la obligara a mirar.
Entonces, la figura en el cristal comenzó a mover los labios, sin emitir ningún sonido. Amanda pudo ver cómo los delgados labios se curvaban en una sonrisa siniestra, como si aquella presencia invisible se burlara de su terror. No podía apartar la vista, estaba completamente atrapada en aquel reflejo inquietante que parecía conocer sus más profundos temores.
Desenlace: El pacto con la sombra
Amanda sintió que el tiempo se detenía a su alrededor, mientras el mundo real parecía desvanecerse en la oscuridad de aquella casa abandonada. La figura en el reflejo seguía sonriendo con malicia, como si supiera algo que ella ignoraba. Entonces, una voz susurrante resonó en su mente, susurros indescifrables que la invitaban a adentrarse en lo desconocido.
Sin poder resistirse, Amanda extendió una mano temblorosa hacia el cristal, sintiendo el frío tacto de la superficie lisa. En ese momento, la figura en el reflejo tomó forma, saliendo del cristal como si fuera un espectro materializado. Era una sombra oscura, sin rostro ni cuerpo definido, solo una presencia ominosa que parecía alimentarse de su miedo.
La sombra se acercó lentamente a Amanda, rodeándola con su aura de oscuridad. A pesar del pánico que la invadía, Amanda se sintió extrañamente tranquila, como si hubiera aceptado su destino. La sombra le susurró palabras antiguas y olvidadas, promesas de poder y conocimiento a cambio de su alma.
Y así, en un acto de desesperación y curiosidad, Amanda selló un pacto con la sombra, entregando parte de su ser a cambio de respuestas a las preguntas que la atormentaban. Mientras la oscuridad la envolvía, el reflejo en el cristal se desvaneció lentamente, dejando tras de sí una sensación de vacío y un destino incierto.
¿Qué había sucedido realmente aquella noche en la casa abandonada? ¿Había sido todo un sueño o una experiencia paranormal? Nadie lo sabía con certeza, pero la historia de Amanda se convirtió en una leyenda urbana que perduraría en el tiempo, recordándonos que a veces, el reflejo que nos observa puede ser más aterrador de lo que imaginamos.
El misterio permanece sin resolver, y la sombra acecha en las sombras, esperando a su próxima víctima que sucumba a la tentación de descubrir lo que hay más allá de su propio reflejo en la oscuridad.