Introducción: El susurro de la madera
Desde pequeño, Martín había sentido una extraña fascinación por la vieja cabaña abandonada al borde del bosque. Durante años, observaba cómo la madera de aquella construcción crujía con el paso del viento, como si las vetustas tablas susurraran secretos insondables. La curiosidad lo consumía, pero siempre evitaba acercarse demasiado, temeroso de lo que pudiera encontrar en su interior.
Nudo: La llamada de lo desconocido
Una noche de luna llena, Martín escuchó un sonido inusual procedente de la cabaña. El crujir de la madera era diferente, más insistente, casi parecía una invitación. Intrigado y temeroso, decidió finalmente adentrarse en aquel lugar prohibido. Con paso vacilante, empujó la puerta entreabierta y se adentró en la penumbra.
El interior de la cabaña estaba sumido en un silencio sepulcral, solo interrumpido por el susurro constante de la madera agrietada. Martín avanzaba con precaución, notando cómo el suelo cedía ligeramente bajo sus pies. Una sensación de desasosiego lo invadió, pero algo lo impulsaba a seguir adelante, a descubrir el origen de aquel misterioso sonido.
A medida que exploraba aquella morada olvidada, Martín percibió sombras que parecían danzar en las paredes, figuras difusas que se desvanecían al girarse para mirarlas. El crujido de la madera se intensificaba, como si la estructura misma de la cabaña cobrara vida, susurrándole secretos ancestrales que helaban la sangre en sus venas.
Desenlace: El eco de lo eterno
En lo más profundo de la cabaña, Martín encontró una habitación oculta, envuelta en una penumbra densa y opresiva. En el centro de la estancia, una figura encapuchada yace inmóvil sobre un lecho de ramas secas, su respiración imperceptible llenando el recinto de un aire viciado y enrarecido. El crujir de la madera había cesado, dejando un silencio ominoso en su lugar.
Al acercarse lentamente a la figura, Martín percibió un leve murmullo, un susurro apenas perceptible que resonaba en lo más profundo de su ser. Las palabras, ininteligibles al principio, cobraron forma en su mente, revelándole una verdad que desafiaba toda lógica y razón. El eco de lo eterno resonaba en la habitación, envolviéndolo en una bruma de misterio y terror.
Con un estremecimiento, Martín comprendió que había traspasado los límites de lo conocido, adentrándose en un mundo de sombras y secretos que no deberían ser revelados. La figura encapuchada se movió ligeramente, como despertando de un letargo milenario, y una mirada fría y penetrante se posó en él, desgarrando el velo de la realidad y exponiendo la oscuridad que acechaba en lo más recóndito de su ser.
Sin pronunciar palabra, Martín retrocedió lentamente, sintiendo cómo la madera crujía ominosamente a su alrededor, como si la propia cabaña intentara retenerlo en su seno. Escapó de aquel lugar maldito, pero el eco de lo eterno seguiría resonando en sus sueños, recordándole que hay secretos que es mejor dejar sepultados en la oscuridad, donde pertenecen.
Así concluye la historia del sonido de la madera crujiente, un relato de terror y misterio que desafía los límites de la realidad y sumerge al lector en un abismo de pesadillas. ¿Qué ocultos secretos aguardan en las sombras de la vieja cabaña abandonada? Solo aquellos valientes o temerarios que se atrevan a escuchar el susurro de la madera podrán descubrir la verdad detrás de esta escalofriante historia.