El sonido que no cesa, una melodía oscura que retumba en lo más profundo de la noche, despertando los miedos más profundos de quienes se atreven a escucharlo. En un pequeño pueblo rodeado de espesos bosques, se cuenta la leyenda de un sonido misterioso que ha atormentado a sus habitantes durante generaciones. Se dice que aquellos que lo escuchan nunca vuelven a ser los mismos, atrapados en una espiral de locura y terror.
Una joven llamada Elena llegó al pueblo en busca de paz y tranquilidad, escapando del bullicio de la ciudad. Desde su primera noche en la vieja casona que había heredado de sus abuelos, comenzó a percibir un sutil murmullo que parecía surgir de las sombras. Al principio pensó que era solo su imaginación, pero con el paso de los días, el sonido se volvió más persistente, como si una presencia invisible la acechara sin descanso.
Elena intentó ignorarlo, sumergiéndose en el trabajo y abrumándose con quehaceres diarios para distraer su mente. Sin embargo, el sonido no cesaba, se colaba en sus sueños y la seguía a cada rincón de la casa. Intrigada y a la vez aterrada, decidió investigar sobre la historia del lugar, en busca de respuestas que pudieran explicar el origen de aquel inquietante susurro.
Después de indagar entre los ancianos del pueblo y explorar los rincones más oscuros de la casona, Elena descubrió la verdad detrás del sonido que no cesaba. Resultó ser el lamento de un espíritu atormentado, un alma en pena que vagaba por los pasillos en busca de redención. La joven comprendió entonces que debía enfrentar sus propios miedos y ayudar a liberar al espíritu de su eterno tormento.
En una noche de luna llena, Elena se adentró en las profundidades del bosque, siguiendo el eco del sonido hasta llegar a una antigua tumba cubierta de maleza. Con determinación, comenzó a recitar antiguas palabras de poder, invocando a la luz para que disipara las sombras que aprisionaban al espíritu errante. Un silencio sepulcral envolvió el lugar, y finalmente, el sonido que no cesaba se desvaneció en el viento, llevándose consigo la maldición que había perturbado al pueblo por tanto tiempo.
Elena regresó a la casona con el corazón lleno de paz, sabiendo que había cumplido su misión y liberado al espíritu de su eterno sufrimiento. Sin embargo, mientras contemplaba las estrellas desde la ventana, un débil susurro pareció acariciar su oído, recordándole que en lo más profundo de la noche, siempre habrá un eco del silencio que nos conecta con el más allá. ¿Sería solo su imaginación, o acaso el espíritu aún rondaba en busca de compañía en la eternidad?
El sonido que no cesa, una melodía oscura que resuena en lo más profundo de la noche, persistirá en la memoria de aquellos que se atrevan a escucharlo, recordándonos que en las sombras se ocultan secretos que desafían nuestra comprensión y alimentan nuestros temores más profundos.