Introducción: El viaje hacia lo desconocido
En un pequeño pueblo rodeado por densos bosques se levantaba una antigua estación de tren abandonada, conocida por los lugareños como «El punto de partida hacia lo desconocido». Este lugar solía ser el punto de encuentro de aquellos que deseaban escapar de la monotonía de sus vidas y aventurarse en un viaje sin retorno a bordo del misterioso tren de los olvidados.
Los rumores sobre este tren eran tan inquietantes como seductores. Se decía que solo los valientes o los desesperados se atrevían a abordarlo, pues una vez que cruzabas la puerta del vagón, tu destino quedaba sellado en las sombras eternas del olvido. Nadie sabía a ciencia cierta dónde conducía aquel tren ni qué oscuros secretos guardaba en su interior.
Nudo: La travesía hacia la oscuridad
Una fría noche de luna llena, un joven llamado Santiago se encontraba deambulando por las calles del pueblo, atormentado por sus propios demonios internos. Después de perder a su familia en un trágico accidente, la soledad y la culpa lo consumían día tras día. Fue entonces cuando escuchó el suave silbido de una locomotora en la distancia y supo que era hora de enfrentarse a su destino en el temido tren de los olvidados.
Sin pensarlo dos veces, Santiago corrió hacia la estación abandonada y se adentró en el vagón con paso firme pero tembloroso. El interior del tren parecía sacado de una pesadilla, con ventanas selladas, asientos cubiertos de polvo y una penumbra que devoraba cualquier destello de luz. Santiago se sentó en uno de los deteriorados asientos y observó a su alrededor, preguntándose si alguna vez volvería a ver la luz del día.
El tren comenzó a moverse con un chirriante crujido, dejando atrás el pueblo y adentrándose en los confines de la oscuridad. Santiago sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras el corazón le latía con fuerza en el pecho. Sabía que no había vuelta atrás y que su destino estaba sellado en las sombras eternas del olvido.
Desenlace: El secreto de la eternidad
Horas pasaron en un interminable viaje hacia lo desconocido, donde el tiempo parecía detenerse y las almas en pena susurraban secretos ancestrales en los oídos de los pasajeros perdidos. Santiago cerró los ojos y se dejó llevar por la melancólica melodía del tren, aceptando su destino con resignación y valentía.
Finalmente, el tren de los olvidados se detuvo en una estación invisible, donde la niebla lo envolvía todo y el silencio era más profundo que la noche misma. Santiago descendió del vagón y se encontró cara a cara con una figura encapuchada que le tendía la mano en un gesto de bienvenida.
—Bienvenido, viajero perdido —susurró la figura con voz grave y melódica—. Has llegado al umbral de la eternidad, donde tus pecados y dolores se disiparán en la nada.
Santiago miró fijamente a la figura encapuchada y sintió una extraña sensación de paz invadir su ser. Sabía que su travesía hacia lo desconocido llegaba a su fin, pero también intuía que un nuevo comienzo aguardaba en las sombras eternas del olvido.
Y así, el tren de los olvidados partió de regreso hacia su morada en las profundidades del bosque, llevando consigo a aquellos que se atrevieron a desafiar los límites de la realidad y adentrarse en el misterio de la eternidad.
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Este relato busca sumergir al lector en un viaje lleno de intriga, terror y misterio, donde los límites entre la realidad y la fantasía se desdibujan en las sombras del olvido. ¿Te atreverías a abordar el tren de los olvidados y descubrir el secreto que aguarda en su interior?