El Visitante Que Nunca Se Va

# Introducción: El anuncio en la puerta

En un pequeño pueblo rodeado de densos bosques y niebla perpetua, la casa de la familia Johnson se erguía solitaria al final de un sendero polvoriento. Desde hacía semanas, un cartel amarillento colgado en la puerta principal anunciaba con letras manuscritas: «Se vende». Los vecinos murmuraban sobre la repentina decisión de los Johnson de abandonar el lugar donde tantas generaciones habían vivido. Sin embargo, lo que nadie sabía era el motivo real detrás de la venta de la casa.

# Nudo: La presencia invisible

Una noche, después de que la luna se elevara en lo alto del cielo, una nueva familia llegó al pueblo y decidió comprar la casa de los Johnson. Con dos hijos pequeños y una aparente felicidad pintada en sus rostros, los nuevos propietarios comenzaron a instalarse en su nuevo hogar. Todo parecía normal, hasta que empezaron a percibir algo extraño en las sombras de la casa.

Los niños afirmaban escuchar risas infantiles en mitad de la noche, como si alguien jugara en su habitación cuando deberían estar durmiendo. Los padres se despertaban sobresaltados al sentir una presencia fría y perturbadora junto a la cama, pero al encender la luz, no encontraban nada más que la oscuridad espesa de la noche. La sensación de ser observados se volvió constante, como si algo invisible acechara cada rincón de la casa.

# Desenlace: El misterio sin resolver

Con el paso de los días, la tensión en la casa de los recién llegados aumentaba. Cada vez más perturbados por los extraños sucesos, decidieron investigar la historia de la familia Johnson y descubrieron un oscuro secreto que arrojaba luz sobre la presencia invisible en su nueva morada.

Resultó que hace años, un niño de la familia Johnson había desaparecido misteriosamente en la misma casa que ahora habitaban. Se decía que su espíritu aún vagaba por los pasillos, buscando compañía en aquellos que se atrevieran a cruzar sus límites. Aterrorizados por esta revelación, los nuevos propietarios tomaron la decisión de abandonar la casa y regresar a la seguridad de la ciudad.

Sin embargo, a pesar de haber huido, la sensación de ser observados nunca los abandonó. En las noches más oscuras, cuando el viento soplaba entre los árboles del bosque cercano, podían escuchar un susurro lejano que les helaba la sangre. El visitante que nunca se va seguía allí, aguardando en las sombras, listo para recordarles que algunas presencias nunca se marchan del todo.

Así concluye la historia de la casa de los Johnson, un lugar donde los secretos del pasado se entrelazan con el presente en una danza macabra de terror y misterio, dejando a los que se atreven a entrar con más preguntas que respuestas, y con la certeza de que algunas presencias son demasiado persistentes para desaparecer por completo.

Deja un comentario