Introducción: El Encuentro Inesperado
En un pueblo remoto, rodeado de densos bosques y neblinas persistentes, existía una leyenda que había sido susurrada entre generaciones. Se decía que en lo más profundo del bosque se encontraba «La Casa Que Nunca Existió». Muchos aseguraban haberla visto en sueños, otros afirmaban haber sentido su presencia en las noches más oscuras. Nadie se atrevía a adentrarse en el bosque en busca de dicha casa, temerosos de lo que pudieran encontrar.
Sin embargo, una fría noche de octubre, un grupo de amigos decidieron desafiar a la superstición y aventurarse en lo desconocido. Entre risas nerviosas y linternas temblorosas, se adentraron en el espeso bosque en busca de la legendaria morada. El aire se tornaba cada vez más denso, como si el bosque mismo intentara disuadirlos de su cometido. Pero su curiosidad era más fuerte que el miedo que los embargaba.
Nudo: El Descubrimiento Macabro
Después de horas de caminata, divisaron entre los árboles una silueta oscura, imponente y ominosa. Era la Casa Que Nunca Existió. Sus paredes estaban cubiertas de musgo y enredaderas, las ventanas parecían ojos vacíos que observaban con malévola curiosidad a los intrusos. Al acercarse, pudieron percibir un aura opresiva que les heló la sangre, pero la fascinación por lo desconocido les impulsó a entrar.
Dentro reinaba un silencio sepulcral, sólo roto por el eco de sus propios pasos. Muebles polvorientos y retorcidos decoraban la lúgubre estancia, retratos borrosos colgaban de las paredes como espectros del pasado. De pronto, un frío escalofrío recorrió sus espaldas al escuchar un susurro siniestro que parecía venir de todas partes a la vez.
Los amigos se miraron entre sí, el pánico palpable en sus ojos, pero era demasiado tarde para retroceder. Una fuerza invisible los empujaba hacia adelante, hacia lo desconocido. Encontraron una escalera que descendía a la oscuridad, sin saber lo que les esperaba al final. Con el corazón en un puño, decidieron adentrarse en las profundidades de la Casa Que Nunca Existió.
Desenlace: La Verdad Revelada
Al llegar al sótano, se encontraron con una escena macabra que heló su sangre. En el centro de la habitación yacía un viejo libro encuadernado en cuero negro, emanando una energía oscura y antigua. Intrigados, lo abrieron y descubrieron que aquel lugar era más que una simple construcción abandonada; era un portal entre dimensiones, un punto de encuentro entre lo real y lo insondable.
Las páginas del libro revelaban antiguos rituales de invocación y sacrificio, nombres olvidados de entidades cósmicas sedientas de poder. Mientras tanto, un murmullo creciente llenaba el sótano, susurros que hablaban en lenguas arcanas y ancestrales. Los amigos se dieron cuenta de que habían despertado algo más allá de su comprensión, algo que acechaba en las sombras desde tiempos inmemoriales.
Con el corazón en un puño, tomaron la decisión de sellar nuevamente el portal, de devolver a las tinieblas lo que nunca debió ser liberado. Con un último gesto de valentía, cerraron el libro y huyeron de la Casa Que Nunca Existió, sabiendo que habían desatado fuerzas que jamás podrían controlar.
El bosque guardó silencio aquella noche, como si la realidad misma hubiera sido alterada por la presencia de los intrusos. Y aunque los amigos regresaron a sus vidas mundanas, sabían que algo había cambiado para siempre en sus almas. La Casa Que Nunca Existió seguía en pie, esperando a que nuevos imprudentes se atrevieran a desafiar su antigua magia.
Así concluyó la historia de aquel grupo de amigos, que sin quererlo, se convirtieron en testigos de lo inexplicable, de lo prohibido. Y aunque la Casa Que Nunca Existió desapareció de la vista, su recuerdo perduraría en las mentes de aquellos que se atrevieron a cruzar sus umbrales y desafiar a lo desconocido.
Que cada quien saque sus propias conclusiones sobre lo que yace más allá de nuestra realidad, sobre las sombras que acechan en lo profundo de la noche. Pues, al final, la verdad puede resultar más aterradora de lo que podemos imaginar.