La Habitación Que No Debes Abrir

# Introducción: La Promesa de lo Prohibido

Había una casa antigua y decrépita en las afueras del pueblo, rodeada de un manto de misterio y oscuridad que la envolvía como si quisiera ocultar un terrible secreto. Los lugareños la llamaban «La casa del árbol solitario» debido a un imponente roble que se erguía en el jardín delantero, sus ramas retorcidas parecían susurrar antiguas leyendas de horror. Pero lo más inquietante de todo era la habitación en el último piso, aquella que todos evitaban mencionar y que nadie se atrevía a abrir.

# Nudo: El Poder de lo Oculto

Cuenta la leyenda que la habitación prohibida albergaba un antiguo artefacto oscuro, una reliquia de tiempos olvidados que confería poderes sobrenaturales a quien se atreviera a desafiar su secreto guardado. El rumor se extendió como un veneno por el pueblo, despertando la curiosidad y el temor en igual medida. Nadie sabía con certeza qué era lo que yacía dentro de aquella estancia sellada, pero la tentación de lo desconocido era demasiado fuerte para ignorarla.

# Desenlace: El Silencio de lo Eterno

Una noche de luna llena, un joven valiente decidió desafiar las advertencias y adentrarse en la casa del árbol solitario. Armado con determinación y una linterna titilante, ascendió lentamente por las escaleras crujientes hasta llegar al último piso. Ante la puerta cerrada de la habitación prohibida, sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Con manos temblorosas, giró el pomo y empujó la puerta.

Lo que encontró dentro era más allá de cualquier imaginación humana. Una oscuridad densa y palpable lo envolvió, susurros ininteligibles resonaron en sus oídos y sombras danzaron a su alrededor. En el centro de la habitación, brillando con una luz mortecina, yacía un antiguo espejo tallado con inscripciones arcanas. El joven se acercó lentamente, hipnotizado por su reflejo distorsionado que parecía susurrarle secretos ancestrales.

En un acto de valentía o quizás de locura, el joven extendió la mano hacia el espejo y tocó su fría superficie. Un destello cegador lo envolvió, y en ese instante desapareció sin dejar rastro. Desde entonces, la habitación prohibida permaneció sellada para siempre, en silencio eterno, guardando un misterio que nunca sería revelado.

Al pasar los años, algunos afirmaban escuchar ecos lejanos de risas infantiles que provenían de la casa del árbol solitario, como si el joven valiente hubiera encontrado finalmente la paz en el mundo más allá de nuestra comprensión. Pero la verdad quedaba sepultada en el silencio de lo eterno, en la habitación que no debía ser abierta, en el misterio que perduraría por siempre en la memoria de aquellos que osaron desafiar lo prohibido.

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