La Puerta Que No Debes Abrir

# Introducción: La advertencia olvidada

En las afueras de un pequeño pueblo olvidado por el tiempo, se alzaba una vieja casa de aspecto siniestro. Los lugareños la evitaban y apenas mencionaban su existencia, prefiriendo ignorar la sombra que proyectaba sobre sus vidas. Sin embargo, en lo más profundo de esa morada yacía un secreto antiguo, custodiado por una puerta que jamás debía abrirse.

# Nudo: La tentación irresistible

La casa pertenecía a la familia Thompson, quienes se habían mudado allí décadas atrás en busca de paz y soledad. A lo largo de los años, los rumores sobre extraños sucesos en la propiedad se multiplicaron, alimentando el miedo y la curiosidad de los habitantes del pueblo. Se decía que aquellos que osaban acercarse demasiado a la puerta maldita sufrían terribles consecuencias, pero nadie sabía con certeza qué se escondía detrás de ella.

Una noche de luna llena, un joven llamado Lucas escuchó hablar sobre la leyenda de la puerta prohibida en la taberna local. Intrigado y desafiante, decidió explorar la casa Thompson y descubrir por sí mismo si el antiguo relato era verdad. Armado con una linterna y el valor de la juventud, se adentró en el oscuro bosque que rodeaba la propiedad, sin imaginar las fuerzas oscuras que acechaban en la penumbra.

Al llegar a la casa, Lucas sintió un escalofrío recorrer su espalda al contemplar la puerta sellada con extraños símbolos. El viento soplaba helado, como si la misma naturaleza advirtiera contra la transgresión de aquella barrera milenaria. Sin embargo, la curiosidad y la arrogancia del joven le empujaron a desafiar el peligro y girar la perilla oxidada.

# Desenlace: El pacto silencioso

Al abrir la puerta, una ráfaga de viento gélido salió disparada desde el interior, envolviendo a Lucas en una neblina oscura que le impedía ver con claridad. El sonido de sus propios latidos resonaba en sus oídos mientras avanzaba titubeante hacia lo desconocido. A medida que se adentraba en la penumbra, una sensación de malestar creció en su pecho, como si algo ancestral le observara con ojos invisibles.

Finalmente, llegó a una estancia iluminada por una luz mortecina que provenía de una vela ardiendo en un pedestal de piedra. En el centro de la habitación, se alzaba un espejo antiguo cuyo marco labrado parecía susurrar antiguos secretos. Lucas se acercó lentamente, hipnotizado por su propio reflejo distorsionado, hasta que una voz susurrante rompió el silencio sepulcral.

«¿Qué deseas, intruso?», preguntó la voz congelada en el tiempo.

Sin poder articular palabra, Lucas miró al espejo y vio reflejada una figura pálida y etérea que le observaba con ojos vacíos. Un pacto silencioso se forjó en ese instante, sellando el destino del imprudente joven para siempre. Cuando la vela se consumió por completo, la luz se apagó y la puerta que no debía abrirse se cerró con un estruendo ensordecedor, dejando tras de sí solo la oscuridad eterna.

El pueblo amaneció al día siguiente sumido en un profundo silencio, sin rastro de Lucas ni de la casa Thompson. Algunos afirmaban haber escuchado un grito desgarrador en la noche, mientras que otros preferían no recordar la advertencia olvidada que había llevado al joven a su perdición.

Así, la puerta que no debía abrir nunca más reveló su secreto a un alma incauta, recordando a todos que en lo más profundo de la oscuridad aguardan horrores que ningún mortal debería enfrentar. ¿Acaso Lucas encontró la redención en la penumbra, o sucumbió ante el poder de lo desconocido? Nadie lo supo con certeza, pero el eco de su sacrificio resonaba en cada rincón del pueblo, recordando a los vivos que hay puertas que es mejor dejar cerradas para siempre.

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