La Risa En La Habitación Vacía

Introducción: La risa en la habitación vacía

En un pequeño pueblo rodeado de bosques frondosos y neblina perpetua, se encontraba una casa abandonada que despertaba temor entre los lugareños. Se decía que en su interior habitaba algo oscuro, algo que reía en las noches más silenciosas. La estructura de la casa estaba cubierta de maleza y sus ventanas parecían ojos vacíos observando fijamente a quienes se acercaban. Nadie se atrevía a entrar allí, pero la curiosidad y el miedo a veces pueden ser más fuertes que la prudencia.

Nudo: El eco de la risa macabra

Una noche oscura y fría, un joven valiente llamado Mateo decidió desafiar las advertencias y explorar la casa abandonada. Armado con una linterna y un nudo en la garganta, empujó la puerta entreabierta y entró en la penumbra. El polvo flotaba en el aire mientras sus pasos resonaban en el suelo de madera podrida. El olor a humedad y abandono invadía sus sentidos, pero lo que más le inquietaba era el eco de una risa macabra que parecía venir de todas partes y de ninguna a la vez.

Cauteloso, Mateo avanzaba por pasillos estrechos y habitaciones vacías, su respiración entrecortada por el miedo creciente. De repente, una sombra se deslizó frente a él, desapareciendo en un parpadeo. Su corazón se aceleró y un sudor frío recorrió su espalda. ¿Qué demonios habitaba en aquel lugar? La risa volvió a escucharse, esta vez más cerca, más real, como si susurrase en su oído palabras indescifrables.

Desenlace: El silencio de lo desconocido

Decidió enfrentar su miedo y siguió la risa hasta llegar a una habitación al final del corredor. Al abrir la puerta, se encontró con una escena que heló su sangre. En el centro de la estancia había una figura encapuchada, temblorosa y con la cabeza gacha. Un escalofrío recorrió su cuerpo al darse cuenta de que la risa provenía de aquella figura solitaria.

¿Era un espectro vengativo? ¿O acaso alguien había quedado atrapado en aquel lugar por la eternidad? Mateo no lo sabía, pero una extraña calma invadió su ser. La figura levantó lentamente la cabeza y sus ojos se encontraron con los suyos en un instante de conexión inexplicable. Y entonces, una sonrisa triste y resignada se dibujó en el rostro del ser encapuchado.

Sin decir una palabra, la figura se desvaneció en el aire, dejando tras de sí un silencio sepulcral. Mateo salió de la casa abandonada, con el corazón palpitante y la mente llena de interrogantes. ¿Qué había presenciado realmente en aquel lugar maldito? Nunca encontraría respuestas concretas, pero algo en su interior le decía que aquella risa en la habitación vacía era un eco de algo más profundo, de algo que jamás comprendería del todo.

Y así, la casa abandonada siguió en pie, testigo silencioso de secretos y misterios que solo aquellos dispuestos a desafiar lo desconocido podrían llegar a vislumbrar en las sombras de la noche eterna.

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