La última Parada Del Metro

## Introducción: El Inicio del Viaje

Era una noche fría y lluviosa en la ciudad. Las calles estaban desiertas, iluminadas únicamente por los destellos de los faroles y los relámpagos que surcaban el oscuro cielo. En medio de este escenario sombrío, un joven llamado Andrés se encontraba corriendo para alcanzar la última parada del metro. Había perdido el último tren y la única opción que le quedaba era tomar el autobús nocturno que lo llevaría hasta allí.

## Nudo: La Extraña Estación

Al llegar a la estación, Andrés se dio cuenta de que algo no estaba bien. La estación estaba vacía, no había ni un alma a la vista. Se adentró en el andén, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Las luces parpadeaban intermitentemente, creando sombras que parecían moverse por sí solas. El sonido del viento que se colaba por las grietas de la pared resonaba de manera inquietante en sus oídos.

El joven se acercó al panel informativo y vio que el próximo tren tardaría más de una hora en llegar. Decidió sentarse en uno de los bancos de metal, tratando de ignorar la sensación de malestar que lo invadía. De repente, escuchó pasos acercándose por el andén. Miró hacia la oscuridad y vio a una figura encapuchada caminando lentamente hacia él.

## Desenlace: La Última Parada

La figura se detuvo frente a Andrés, revelando un rostro pálido y inexpresivo. Sin decir una palabra, extendió su mano hacia él. El joven retrocedió instintivamente, pero algo en la mirada de aquel ser lo obligó a permanecer inmóvil.

Entonces, la figura habló con una voz profunda y ronca: «¿Estás listo para embarcar en tu último viaje, Andrés?». El joven sintió un escalofrío recorrer su cuerpo mientras las palabras resonaban en su mente. Sin poder articular una respuesta, asintió con la cabeza, dejando que la criatura lo guiara hacia el túnel oscuro que se extendía ante ellos.

Mientras caminaban por los oscuros pasillos del metro, Andrés se dio cuenta de que ya no estaba en la estación que conocía. El entorno parecía distorsionarse a su alrededor, como si estuviera adentrándose en un mundo completamente ajeno a la realidad. Los murmullos de voces ininteligibles resonaban en su cabeza, haciéndolo perder la noción del tiempo y el espacio.

Finalmente, llegaron a una plataforma donde un tren negro y sombrío los esperaba. La figura encapuchada lo condujo hacia uno de los vagones, indicándole que tomara asiento. Con un nudo en la garganta, Andrés obedeció, sintiendo cómo el tren comenzaba a moverse lentamente, alejándose de todo lo que conocía.

El paisaje que se desplegaba ante sus ojos era surrealista y aterrador. Criaturas monstruosas y sombrías acechaban en las sombras, observando fijamente al joven con ojos hambrientos. Andrés cerró los ojos, deseando despertar de esa pesadilla interminable.

Cuando finalmente se atrevió a abrir los ojos, se encontraba de nuevo en la estación del metro, con el amanecer iluminando el horizonte. La figura encapuchada ya no estaba a su lado, y todo parecía volver a la normalidad. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, Andrés sabía que algo había cambiado para siempre en su interior.

Y así, con el eco de las palabras de la misteriosa criatura resonando en su mente, Andrés se alejó de la estación, preguntándose si algún día volvería a experimentar la extraña y terrorífica travesía que le había tocado vivir en la última parada del metro.

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