El Cementerio De Los Vivos

Introducción: La llamada de la oscuridad

En un pequeño pueblo rodeado de densos bosques y neblina perpetua, se alzaba un misterioso cementerio conocido por los lugareños como «El cementerio de los vivos». Se decía que en aquel lugar reposaban no solo los restos mortales de los fallecidos, sino también sus almas atormentadas que seguían vagando entre las tumbas en busca de redención. Nadie se atrevía a acercarse a sus muros de piedra, pues la sensación de terror y desasosiego que emanaba de allí era palpable incluso para los más escépticos.

Nudo: La sombra en la noche

Una fría noche de luna llena, Daniel, un joven valiente pero temerario, decidió desafiar las advertencias de los lugareños y adentrarse en el cementerio de los vivos. Armado solo con una linterna y un corazón lleno de curiosidad, cruzó el umbral de hierro que marcaba la entrada al siniestro lugar. Al principio, todo estaba en silencio, solo roto por el crujir de las ramas bajo sus pies y el ulular del viento entre las lápidas.

Pero a medida que avanzaba entre las sombras de los cipreses centenarios, comenzó a sentir una presencia acechante a su alrededor. Su piel se erizaba, y un sudor frío resbalaba por su frente mientras la linterna proyectaba sombras danzantes que parecían cobrar vida. De repente, un escalofrío recorrió su espalda al escuchar un susurro apenas audible que parecía llamar su nombre desde lo más profundo de la oscuridad.

Desenlace: El pacto con la eternidad

Aterrorizado pero decidido a descubrir el origen de aquella voz susurrante, Daniel siguió avanzando hasta llegar al centro del cementerio, donde se alzaba una antigua cripta cubierta de musgo y runas antiguas. Con mano temblorosa, empujó la pesada puerta de hierro y entró en la penumbra sepulcral que reinaba en su interior.

En el centro de la cripta, una figura encapuchada se alzaba en silencio, con ojos brillantes como ascuas en la oscuridad. Sin mediar palabra, la misteriosa entidad extendió una mano huesuda hacia él, ofreciéndole un pacto con la eternidad. Daniel, impulsado por una mezcla de valentía y desesperación, tomó la mano extendida y selló así un acuerdo con fuerzas más allá de su comprensión.

Cuando finalmente salió del cementerio de los vivos, el amanecer iluminaba el horizonte con tonos rojizos, pero algo había cambiado en su mirada. Los lugareños notaron en él una sombra de melancolía y sabiduría ancestral, como si hubiera visto más allá del velo de la realidad y descubierto secretos que no deberían ser revelados.

Desde entonces, Daniel se convirtió en un errante entre dos mundos, atrapado en el limbo entre la vida y la muerte, siendo testigo silencioso de los oscuros secretos que yacen ocultos en el cementerio de los vivos. Y aunque su destino era incierto, su historia perduraría en la memoria de aquellos que se atrevieran a desafiar a las sombras de la noche y la llamada de la oscuridad.

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