Introducción: La casa maldita
Era una noche oscura y tormentosa en el pequeño pueblo de Crestwood. En lo alto de una colina se alzaba una imponente y antigua mansión, conocida por los lugareños como «La casa maldita». Se decía que aquel lugar estaba habitado por espíritus malignos y que todo aquel que se atreviera a entrar en sus paredes nunca saldría ileso.
Un grupo de jóvenes valientes, desafiando las supersticiones, decidieron pasar la noche en la casa para comprobar si los rumores eran ciertos. Entre ellos se encontraba Julia, una joven intrépida y curiosa que no podía resistirse a la idea de explorar aquel lugar lleno de misterios y secretos.
Nudo: El susurro en la oscuridad
Una vez dentro de la casa, una sensación de angustia invadió a los jóvenes. El aire parecía estar cargado de una energía oscura y opresiva que dificultaba la respiración. A medida que avanzaban por los pasillos polvorientos, los gruñidos y susurros se hacían cada vez más intensos, como si las sombras mismas estuvieran susurrando palabras incomprensibles en sus oídos.
Julia, decidida a descubrir la verdad detrás de aquellos terroríficos sonidos, se separó del grupo y se adentró en una habitación en ruinas. En el centro de la habitación, una vieja ventana cerrada con barrotes oxidados parecía llamar su atención. De repente, un eco siniestro resonó en la habitación, como si alguien o algo estuviera tratando de comunicarse con ella a través de aquella ventana sellada.
Desenlace: El pacto con lo desconocido
Sin poder resistirse a la tentación, Julia se acercó lentamente a la ventana. El eco en la habitación se hizo más intenso, envolviéndola en una atmósfera sobrenatural. De repente, los barrotes se abrieron solos, revelando una oscuridad profunda y densa que parecía emanar de un mundo infernal.
Un ser oscuro y deforme emergió de la oscuridad, con ojos brillantes repletos de malicia. Con una voz sepulcral, le ofreció a Julia un pacto: a cambio de su alma, le revelaría los secretos ocultos de la casa maldita y le concedería el poder de ver más allá de lo visible.
Julia, tentada por la promesa de conocimiento y poder, aceptó el pacto sin dudarlo. Desde ese día, se convirtió en la guardiana de la casa maldita, condenada a vagar eternamente entre las sombras y los susurros, en busca de almas inocentes que pudieran unirse a ella en su morada de pesadilla.
Y así, el eco en la ventana cerrada continúa resonando en la oscuridad, recordándole a todos aquellos que se atreven a acercarse que hay secretos que es mejor dejar sin descubrir.