Introducción: El Hombre Eterno
En un pequeño pueblo rodeado de bosques frondosos y un aura de misterio, se contaba la leyenda de «El hombre que nunca envejece». Se decía que aquel ser caminaba entre los habitantes del lugar, siempre vestido con ropas antiguas y una mirada enigmática que parecía traspasar el alma de quien se atreviera a cruzar su camino. Nadie sabía de dónde provenía ni cuál era su verdadero propósito, pero su presencia estaba marcada por la sensación de que algo oscuro y nefasto lo acompañaba.
Nudo: La Sombra Inmortal
Una noche de luna llena, María, una joven curiosa y valiente, decidió adentrarse en el bosque para descubrir la verdad detrás de la leyenda del hombre eterno. Con paso tembloroso y un corazón lleno de intriga, se adentró en la oscuridad de los árboles retorcidos. El viento susurraba palabras desconocidas y ramas crujían bajo sus pies, creando una atmósfera de suspense que la envolvía como una manta gélida.
Al avanzar, María percibió una figura pálida entre las sombras, una silueta alta y espectral que parecía desafiar las leyes del tiempo. El hombre que nunca envejece se erguía frente a ella, con su rostro imperturbable y sus ojos profundos como pozos sin fondo. Una sensación de terror la invadió, pero también una extraña fascinación que la obligaba a seguir observándolo.
Con voz serena pero llena de misterio, el hombre le susurró palabras antiguas que resonaban en su mente como un eco lejano. Hablaba de secretos olvidados, de pactos oscuros y de un destino eterno que lo condenaba a vagar por la eternidad. María sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal, pero algo en su interior le impulsaba a descubrir la verdad oculta detrás de aquel ser enigmático.
Desenlace: El Misterio Sin Resolver
La joven decidió seguir al hombre que nunca envejece, adentrándose en un mundo de sombras y susurros que desafiaban la cordura. A medida que avanzaban por el bosque, María comenzó a percibir que la realidad se desdibujaba, que el tiempo se detenía en un instante eterno donde el bien y el mal se entrelazaban en una danza macabra.
Finalmente, llegaron a un claro en el bosque, donde una luz mortecina iluminaba un altar antiguo rodeado de figuras retorcidas y velas titilantes. El hombre la miró con una mezcla de tristeza y resignación, revelándole la verdad detrás de su existencia: había pactado con fuerzas oscuras para obtener la inmortalidad, pero a cambio debía cargar con una maldición eterna que lo condenaba a la soledad y al sufrimiento.
María contempló al hombre que nunca envejece con compasión en sus ojos, sintiendo la carga de su destino pesar sobre sus hombros. En un gesto de valentía, extendió su mano hacia él, rompiendo el ciclo de dolor y oscuridad que lo envolvía. En ese momento, el hombre sonrió por primera vez en siglos, liberando su alma atormentada y desapareciendo en la bruma de la noche.
Desde entonces, en el pueblo se cuenta que María y el hombre que nunca envejece vagan juntos por la eternidad, buscando redención y un nuevo comienzo en un mundo donde el tiempo no tiene poder y el misterio acecha en cada rincón.
—
Este relato de terror y misterio apunta a intrigar al lector desde el principio hasta el final, dejando abierta la posibilidad de interpretaciones diversas y permitiendo que la imaginación vuele libremente en las sombras de la historia.