Introducción: El susurro de la melodía prohibida
En las profundidades del bosque, donde los árboles parecían entrelazar sus ramas para ocultar el paso de la luz, se erguía una cabaña antigua y desvencijada. Los lugareños evitaban pasar cerca de ella, pues decían que estaba encantada por un espíritu maligno que susurraba una melodía tan hermosa como inquietante: la canción maldita.
Nudo: La obsesión que consume
Era una noche de luna llena cuando Julieta, una joven curiosa y temeraria, decidió desafiar las advertencias y adentrarse en la cabaña abandonada. El suelo crujía bajo sus pies al entrar, y una brisa fría le heló la sangre. Sin embargo, su atención fue rápidamente captada por un viejo piano cubierto de polvo en una esquina de la estancia principal. Julieta se acercó vacilante y, sin poder resistirse, levantó la tapa del instrumento con manos temblorosas.
Apenas rozó las teclas, la habitación se llenó de la melodía prohibida, hipnótica y siniestra. Sus dedos danzaban sobre las teclas de forma casi automática, como si fueran guiados por una fuerza invisible. La canción maldita se apoderó de su mente, sus palabras resonaban en su cabeza como un eco perturbador. Julieta intentó detenerse, luchar contra aquella melodía que amenazaba con consumirla, pero era inútil. La obsesión la había atrapado en sus garras, envolviéndola en un torbellino de emociones contradictorias.
Desenlace: El eco eterno de la canción maldita
Tras lo que parecieron horas interminables, la música cesó de repente. Julieta volvió en sí, sintiendo el peso de lo que acababa de ocurrir. Con manos trémulas, cerró la tapa del piano y salió de la cabaña, con la sensación de que algo oscuro y antiguo se había despertado dentro de ella.
Desde aquella noche, la canción maldita no dejaba de resonar en su mente, persiguiéndola incluso en sus sueños. Los días se tornaron en sombras, la obsesión consumía su ser lentamente, convirtiéndola en un eco de lo que una vez fue Julieta.
Algunos dicen que la joven desapareció en el bosque, arrastrada por la melodía prohibida. Otros sostienen que aún vaga entre los árboles, buscando liberarse del hechizo que la unió a la cabaña y su canción maldita. Nadie sabe con certeza qué ha sido de ella, pero aquellos que se aventuran cerca de la cabaña abandonada juran escuchar el eco eterno de la melodía en las noches de luna llena.
Y así, la canción maldita perdura en el tiempo, recordándonos que hay secretos oscuros que es mejor dejar dormir, antes de despertar una obsesión que consuma nuestras almas en la eternidad.