La Muñeca Que No Duerme

# Introducción:

Había una vez una muñeca peculiar, una muñeca que parecía tener vida propia. Se encontraba en el desván de una antigua casa abandonada, oculta entre polvo y telarañas. Esta muñeca tenía una mirada inquietante, unos ojos de cristal que parecían seguirte a donde quiera que fueras. Se decía que la muñeca era maldita, que traía consigo una energía oscura y que nadie que se acercara a ella saldría ileso.

# Nudo:

Fue una noche de luna llena cuando Julieta, una joven valiente pero un tanto descuidada, decidió aventurarse en la casa abandonada. Había escuchado las historias sobre la muñeca que no dormía y sintió la curiosidad de verla con sus propios ojos. Con una linterna en mano, Julieta ingresó al desván y allí, en un rincón empolvado, encontró a la inquietante muñeca.

La luz de la linterna iluminaba su rostro y parecía que los ojos de la muñeca brillaban con una luz propia. Julieta sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero su curiosidad era más fuerte. Decidió llevarse la muñeca a su hogar, ignorando las advertencias de aquellos que conocían la leyenda.

Desde esa noche, cosas extrañas comenzaron a suceder en la vida de Julieta. La muñeca parecía cambiar de lugar por sí sola, su risa se escuchaba en las noches más silenciosas y Julieta empezó a experimentar sueños perturbadores en los que la muñeca cobraba vida y la perseguía sin descanso.

# Desenlace:

Una noche, mientras Julieta dormía en su habitación, la muñeca se aproximó sigilosamente a su cama. Sus ojos brillaban con una maléfica luz y su sonrisa siniestra parecía esbozar un plan macabro. Lentamente, la muñeca se acercó al rostro de Julieta y susurró unas palabras incomprensibles en su oído.

Al despertar, Julieta sintió una presencia helada a su lado. Abrió los ojos lentamente y vio a la muñeca mirándola fijamente, con una sonrisa diabólica en sus labios. Sin pensarlo dos veces, Julieta tomó la muñeca y la arrojó al fuego, esperando así terminar con la maldición que la atormentaba.

El fuego consumió rápidamente a la muñeca, pero en medio de las llamas, Julieta juró que escuchó una risa macabra y maligna que resonó en toda la casa. Desde ese día, la casa abandonada quedó envuelta en un aura aún más tétrica y nadie volvió a acercarse a ella.

Julieta nunca pudo olvidar la experiencia con la muñeca que no dormía. Aunque muchos creían que había acabado con la maldición al quemarla, ella sabía en lo más profundo de su ser que algo oscuro seguía acechando desde las sombras, esperando el momento oportuno para regresar.

El misterio de la muñeca que no dormía perduró en la mente de Julieta, recordándole que en lo más inocente y bello puede esconderse la más profunda oscuridad. Y así, la leyenda de la muñeca maldita continuó su curso, alimentando el terror de aquellos que se atrevían a acercarse a ella. La pregunta que quedaba en el aire era: ¿qué otros secretos guardaba aquella muñeca que no dormía? Solo el tiempo lo diría.

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