El Grito Que No Cesa

Introducción: La casa en la colina

En un pequeño pueblo rodeado de densos bosques se alzaba una antigua casa en lo alto de una colina. Se decía que aquel lugar estaba maldito, y que quien se acercara lo suficiente podía escuchar un grito desgarrador que parecía no tener fin. Los lugareños evitaban pasar por allí a toda costa, temerosos de despertar a la fuerza maligna que habitaba en su interior.

Pero un día, un grupo de valientes curiosos decidió desafiar las advertencias y adentrarse en la casa en busca de respuestas. Lo que encontraron en su interior fue mucho más terrorífico de lo que jamás hubieran imaginado.

Nudo: El descubrimiento macabro

Al entrar en la casa, una sensación de frío intenso les invadió, como si estuvieran siendo observados por algo inhumano. A medida que exploraban las habitaciones, encontraron muebles cubiertos de polvo y retratos desgastados de antiguos propietarios que parecían mirarles fijamente. Pero lo más perturbador fue el sonido constante de un grito lejano que resonaba en cada rincón, como un eco eterno de sufrimiento.

En el sótano, descubrieron una puerta oculta tras un tapiz raído. Al abrirla, se encontraron con una habitación lúgubre donde había un antiguo pozo. A su lado, yacía un diario lleno de escritos en un idioma desconocido y un amuleto oscuro que emanaba una energía siniestra.

De repente, el grito se hizo más fuerte, más cercano, como si algo se estuviera acercando a ellos desde las profundidades del pozo. Uno de los valientes se atrevió a mirar dentro y lo que vio le heló la sangre.

Desenlace: La maldición revelada

El diario hablaba de una antigua bruja que había vivido en aquella casa hace siglos. Había hecho un pacto con entidades oscuras para obtener poder y riqueza, pero a cambio, debía sacrificar a almas inocentes en el pozo. El amuleto era su sello de protección, y el grito era el lamento eterno de las víctimas atrapadas en el inframundo.

Los valientes entendieron entonces que habían despertado a la bruja y que ella no descansaría hasta reclamar sus almas. Con el corazón en un puño, intentaron huir de la casa en la colina, pero la presencia maligna les perseguía, susurros y sombras les acosaban en cada paso.

Al llegar al pueblo, juraron nunca volver a mencionar lo sucedido, pero cada noche, en sus pesadillas, escuchaban el grito que no cesa. La casa en la colina permaneció abandonada, una advertencia silenciosa para aquellos que osaran desafiar a las fuerzas del mal.

Así, la leyenda perduró en las mentes de los habitantes del pueblo, alimentando el temor a lo desconocido y recordando que hay secretos que es mejor dejar sepultados en lo más profundo de la tierra.

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