El parque de los perdidos
Introducción: La llamada del parque abandonado
En el corazón de la ciudad se alzaba un parque antiguo y olvidado, conocido por los lugareños como «El parque de los perdidos». Las viejas bancas de hierro oxidado y los columpios rotos eran testigos mudos de su pasado glorioso, ahora sumido en la oscuridad y el abandono. Se decía que en noches de luna llena, las sombras cobraban vida y susurraban antiguos secretos a quienes se aventuraban a entrar en él.
Una extraña llamada telefónica fue el desencadenante de una serie de eventos inexplicables que llevaron a Amanda, una joven periodista en busca de una buena historia para su blog, a adentrarse en aquel parque maldito. Intrigada por la voz rasposa que le prometía revelar la verdad oculta tras sus alambradas oxidadas, Amanda se armó de valor y decidió investigar lo que se escondía en la oscuridad del parque de los perdidos.
Nudo: El susurro de las sombras
La noche era densa y fría cuando Amanda llegó al parque, con la única compañía de su linterna y un nudo en el estómago que crecía con cada paso que daba entre los árboles retorcidos. A medida que se adentraba en la penumbra, los susurros se hacían más intensos, como si las sombras cobrasen vida a su alrededor.
De repente, un destello fugaz la hizo detenerse. Entre los árboles vio una figura encapuchada que parecía observarla desde la distancia. Sin pensarlo dos veces, Amanda se acercó sigilosamente, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, la figura desapareció en la oscuridad, dejando tras de sí un rastro de risas macabras que helaron la sangre de la valiente periodista.
Decidida a descubrir la verdad, Amanda continuó su camino, hasta llegar a una pequeña glorieta cubierta por enredaderas marchitas. En medio de ella, una sombra se alzaba, moviéndose con una danza grotesca que parecía invitarla a unirse a ella. Con el corazón en un puño, Amanda sintió cómo sus pasos la llevaban hacia la sombra, arrastrándola a un abismo de terror y locura.
Desenlace: La verdad oculta
Cuando Amanda finalmente llegó al centro de la glorieta, la sombra se materializó en una figura pálida y espectral, que la observaba con ojos vacíos y una sonrisa siniestra en los labios. Era el fantasma de un niño perdido en el parque hace décadas, atrapado en un limbo entre la vida y la muerte, esperando ser liberado por alguien dispuesto a escuchar su historia.
Con voz temblorosa, el niño fantasmal le contó a Amanda la verdad detrás del parque de los perdidos. Había sido un lugar de juegos y risas, hasta que una tragedia lo condenó al olvido y la oscuridad. Los espíritus de los niños perdidos vagaban por sus senderos, buscando redención y justicia, pero atrapados en un eterno ciclo de sufrimiento y dolor.
Al amanecer, Amanda abandonó el parque, con el peso de la verdad sobre sus hombros y la certeza de que nunca más sería la misma. La historia del parque de los perdidos había sido revelada, pero sus misterios seguían acechando entre las sombras, esperando a nuevos intrépidos que se atrevieran a desentrañarlos.
La ciudad siguió su curso, ajena a los secretos que yacían sepultados en el parque de los perdidos, donde los susurros de las sombras y los ecos del pasado aún resonaban en la oscuridad, recordando a todos que nunca se debe jugar con lo desconocido, pues en el abismo de lo olvidado, hay verdades que es mejor dejar en la penumbra.