# El tren de los desaparecidos
Había una leyenda que acechaba a los habitantes de un pequeño pueblo en lo profundo de la región montañosa. Se decía que, durante las noches más oscuras y frías del invierno, un tren fantasmal cruzaba los raíles abandonados cerca del bosque, llevándose consigo a aquellos que osaban acercarse demasiado. Este tren, conocido como «El tren de los desaparecidos», era solo un susurro en el viento para muchos, pero para algunos pocos, era una historia que helaba la sangre en las venas.
# La noche en que todo cambió
Una fría noche de diciembre, María, una joven curiosa y valiente, decidió explorar los terrenos abandonados de la estación de tren. Había escuchado las historias sobre el tren fantasma y, aunque le provocaba escalofríos, sentía una extraña fascinación por lo desconocido. Con una linterna en mano, se adentró en los oscuros pasillos de la estación, con el sonido del viento susurrando entre los vagones abandonados.
Mientras avanzaba, un ruido metálico resonó en la distancia. María contuvo el aliento y se escondió detrás de un antiguo cartel desgastado. Y entonces, emergió de la oscuridad el tren de los desaparecidos. Sus luces fantasmales brillaban en la noche, y el silbido del vapor llenaba el aire gélido. Sin pensarlo dos veces, María decidió seguir al tren, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho.
# El destino oculto
El tren avanzaba a través de los raíles oxidados, desapareciendo en la espesura del bosque. María, sin titubear, subió a bordo de uno de los vagones vacíos y sintió cómo la brisa helada le erizaba la piel. Las ventanas estaban cubiertas de escarcha, y en su reflejo, María pensó ver sombras moviéndose en la penumbra.
A medida que el tren avanzaba, María notó que los pasajeros eran figuras borrosas y etéreas, con rostros impasibles y ojos vacíos. El tiempo parecía distorsionarse en esa dimensión fantasmal, y María se preguntaba si algún día regresaría a su propio mundo. Cada vagón era un laberinto de recuerdos olvidados y susurros inquietantes, y María se dio cuenta de que había caído en la trampa del tren de los desaparecidos.
# El misterio sin resolver
Finalmente, el tren se detuvo en una estación abandonada en mitad del bosque. La puerta del vagón se abrió lentamente, revelando una escalera que descendía hacia la oscuridad. María vaciló por un instante, pero algo dentro de ella la empujó a bajar y descubrir el secreto que yacía oculto en las sombras.
Al llegar al final de la escalera, María se encontró en una caverna subterránea iluminada por antorchas parpadeantes. En el centro de la caverna, yacía un libro antiguo encuadernado en piel negra. Temblando, María tomó el libro entre sus manos y leyó las palabras grabadas en la portada: «El precio de la curiosidad».
Entonces, una voz susurró en la oscuridad, advirtiendo a María que el conocimiento tiene un precio, y que una vez que se entra en el mundo del tren de los desaparecidos, es difícil escapar. Con un nudo en la garganta, María cerró el libro y se preparó para enfrentar su destino incierto, sabiendo que la verdad detrás del tren fantasma seguiría siendo un misterio sin resolver para siempre.