La Sombra En El Jardín

Introducción: La presencia ominosa en la oscuridad

Era una noche de luna llena, donde las sombras se alargaban y se retorcían como seres vivos entre los árboles del jardín. La casa abandonada en la colina tenía fama de estar encantada, pero eso no detuvo a Clara de atreverse a explorarla. La curiosidad y el temor se mezclaban en su pecho mientras se adentraba en el jardín, la hierba silbaba bajo sus pies como susurros de viento helado. Un escalofrío recorrió su espalda al notar una sombra en la distancia, una presencia que parecía observarla en silencio.

Nudo: El misterio se profundiza en la oscuridad

Clara avanzaba con cautela, las ramas crujían y los susurros parecían aumentar en intensidad. La sombra en el jardín se movía con rapidez, siempre un paso adelante de ella. La joven sentía que algo la acechaba, una fuerza invisible que la empujaba a seguir adelante. Las luces de la ciudad se desvanecieron a lo lejos y solo quedó la penumbra del jardín abandonado, donde los árboles parecían cobrar vida y las sombras danzaban al compás de una melodía siniestra.

Clara llegó finalmente a la entrada de la casa, las puertas crujieron al abrirse revelando un interior oscuro y lleno de polvo. La sombra en el jardín parecía intensificarse, envolviendo todo a su paso. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Clara cuando notó que la figura que la seguía no proyectaba ninguna sombra propia.

Desenlace: En la oscuridad eterna

Clara se adentró en la casa abandonada, sus pasos resonaban en el silencio sepulcral. La sombra en el jardín parecía haber desaparecido, pero su presencia estaba más fuerte que nunca. Las paredes crujían y gemían como si estuvieran vivas, los muebles cubiertos de telarañas parecían observarla con ojos invisibles.

Al llegar al sótano, Clara encontró una habitación oculta detrás de una puerta secreta. En el centro de la habitación, una figura envuelta en sombras se erguía en silencio. Clara sintió un frío glacial recorrer su cuerpo al darse cuenta de que la sombra en el jardín había cobrado forma humana.

La figura se acercó lentamente a Clara, sus ojos brillaban en la oscuridad con una luz sobrenatural. Sin pronunciar una sola palabra, extendió hacia ella una mano pálida y fría como el hielo. Clara sintió que algo dentro de ella se quebraba, una sensación de terror indescriptible la invadió por completo.

Y así, en la oscuridad eterna de aquel jardín abandonado, la sombra reclamó a Clara como su presa. Su destino quedó sellado por la eternidad, perdida en las sombras sin esperanza de retorno.

El misterio de la sombra en el jardín perduraría en la memoria de quienes se atrevieran a adentrarse en ese lugar, un enigma sin resolver que alimentaba los cuentos de terror en las noches de luna llena.

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