La Sombra Que Me Seguía

Cada noche al cerrar los ojos, sentía su presencia acechándome desde las sombras. Una sombra oscura que parecía seguirme a todas partes, como si tuviera vida propia. Al principio pensé que solo era fruto de mi imaginación, pero conforme pasaban los días, la sensación de terror crecía dentro de mí.

Aquella noche, mientras caminaba por el parque rumbo a casa, pude percibir claramente la presencia de la sombra detrás de mí. Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar un susurro siniestro en la penumbra. ¿Qué era aquello que me seguía con tanto sigilo y determinación? No me atrevía a mirar directamente, temiendo lo que pudiera encontrarme.

Mis pasos se aceleraron, pero la sombra persistía, siempre un paso detrás de mí. Entré corriendo a mi casa y cerré la puerta con fuerza, sintiendo cómo el miedo se apoderaba de cada fibra de mi ser. ¿Por qué aquella presencia me perseguía de forma tan implacable? Mis pensamientos se tornaron turbios y confusos, mientras la sombra continuaba su acecho en la oscuridad.

Decidí enfrentar mi miedo y confrontar a la sombra que me seguía. Con valentía, me adentré en la penumbra de mi habitación, dispuesto a descubrir la verdad detrás de aquel ser oscuro. Mis manos temblorosas encendieron la luz, iluminando cada rincón y haciendo desaparecer la sombra de un solo golpe.

Pero lo que vi ante mis ojos heló mi sangre. En el espejo, reflejado detrás de mí, no había ninguna sombra. Solo mi propio rostro pálido y desencajado por el terror. ¿Acaso todo este tiempo la sombra que me seguía era mi reflejo, mi propio miedo proyectado en la oscuridad?

Aquel descubrimiento me hizo reflexionar sobre los límites de la realidad y la percepción. ¿Cuántas veces dejamos que nuestros propios miedos nos consuman, creando monstruos donde solo hay sombras? Quizás la verdadera oscuridad no reside fuera, sino en nuestro interior, esperando ser confrontada y superada.

Y así, entre luces y sombras, me adentré en la noche con la certeza de que, aunque la sombra pueda seguirme, nunca podrá dominarme.

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