El Canto De Los Cuervos

Introducción: El susurro de los cuervos

En las profundidades del bosque, donde la luz apenas se atreve a penetrar entre los frondosos árboles, se alzaba una vieja casona abandonada. Su madera carcomida por el paso del tiempo y sus ventanas rotas parecían susurrar historias olvidadas a quien se acercara lo suficiente para escuchar. Los lugareños evitaban pasar cerca de ella, pues decían que en su interior yacía un secreto oscuro que nadie se atrevía a revelar.

Una noche, tres jóvenes intrépidos decidieron desafiar las supersticiones y adentrarse en la morada embrujada. Ignorando las advertencias de los lugareños, se internaron en el bosque con la única compañía de la luna llena que iluminaba su camino. A medida que se acercaban a la casona, un escalofrío recorrió sus cuerpos, pero su curiosidad superaba cualquier temor.

Nudo: La danza de los cuervos

Al cruzar el umbral de la casona, un silencio sepulcral los envolvió. El polvo cubría los muebles antiguos y las telarañas colgaban del techo como delicadas cortinas. Sin embargo, lo que más llamaba la atención era una extraña melodía que resonaba en cada rincón de la casa. Un canto lúgubre y siniestro, como el graznido de los cuervos en la noche.

Los jóvenes avanzaron con cautela, siguiendo el sonido que los conducía hacia el sótano de la casona. Al descender por la escalera oxidada, una débil luz alumbraba una habitación lúgubre donde una figura encapuchada se mecía al compás de la inquietante melodía. Los jóvenes contuvieron el aliento, sin atreverse a moverse, mientras observaban cómo la figura susurraba palabras indescifrables en una lengua ancestral.

De repente, los cuervos comenzaron a revolotear alrededor de la casona, como si hubieran sido convocados por aquel canto macabro. Sus alas negras llenaron la habitación, creando una danza tenebrosa que envolvía a los jóvenes en una espiral de terror. El aire se cargó de electricidad y los jóvenes sintieron cómo una presencia oscura los acechaba desde las sombras.

Desenlace: El eco del canto

El susurro de los cuervos se intensificó, acompañado por la voz de la figura encapuchada que repetía una y otra vez una palabra desconocida. Los jóvenes sintieron cómo el tiempo se detenía a su alrededor, mientras una energía maligna los envolvía como una red invisible. De repente, el canto cesó y la figura se volvió hacia ellos, revelando unos ojos vacíos y sin vida que parecían contener la esencia de la oscuridad misma.

En un instante, los jóvenes se vieron proyectados fuera de la casona, como si fueran expulsados por una fuerza sobrenatural. Aterrados, corrieron sin mirar atrás, sintiendo cómo el eco del canto resonaba en sus mentes como un recordatorio de su cercanía con lo desconocido. Al llegar a la seguridad de la luz de la luna, se detuvieron jadeantes, tratando de asimilar lo que acababan de presenciar.

Desde entonces, los jóvenes jamás volvieron a ser los mismos. En las noches de luna llena, podían escuchar en la lejanía el canto de los cuervos, un eco siniestro que los transportaba de vuelta a aquella casona abandonada y a la presencia oscura que habían enfrentado. El misterio de aquel lugar perduraría en sus mentes para siempre, recordándoles que ciertos secretos están mejor guardados en las sombras.

El canto de los cuervos nunca cesaría en sus mentes, una melodía macabra que los perseguiría en sus sueños y despertares, alimentando el fuego de la intriga y el terror en sus corazones. ¿Acaso la figura encapuchada y su canto oscuro eran reales, o solo fruto de su imaginación atormentada? Solo ellos podían responder a esa pregunta, mientras el susurro de los cuervos continuaba danzando en la penumbra de la noche.

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