En las afueras del pequeño pueblo de Valle Encantado se alzaba un monumento olvidado por el tiempo y la historia: el Túnel Olvidado. Esta construcción ancestral, con sus piedras cubiertas de musgo y sus arcos que se alzaban como guardianes silenciosos, había sido durante siglos un enigma para los habitantes del lugar.
La leyenda decía que el túnel era mucho más que una simple ruta subterránea. Se decía que sus oscuros pasillos no solo conectaban dos puntos de la geografía del pueblo, sino que actuaban como un portal hacia un reino olvidado, un lugar donde las sombras danzaban con vida propia y las criaturas de la noche encontraban su morada.
Los lugareños hablaban en susurros sobre aquellos que se aventuraban a cruzar el umbral del Túnel Olvidado. Algunos nunca regresaban, perdidos para siempre en los laberintos de piedra y oscuridad. Otros volvían con relatos de terror que helaban la sangre en las venas.
La historia más famosa, contada una y otra vez alrededor de las fogatas en las noches oscuras, era la de Ana, una joven valiente y curiosa que desafió las advertencias de los ancianos del pueblo y se aventuró sola en el túnel una noche de luna llena.
Con una linterna temblorosa en una mano y el corazón latiendo con fuerza en el pecho, Ana cruzó el umbral del túnel y se adentró en las entrañas de la tierra. A medida que avanzaba por los pasillos oscuros, el aire parecía volverse más denso, cargado con el peso de siglos de misterio y olvido.Pronto, Ana comenzó a escuchar susurros que parecían surgir de las mismas piedras del túnel. Voces antiguas, murmullos de criaturas que no pertenecían a este mundo. Su piel se erizó de terror mientras avanzaba con determinación, decidida a descubrir los secretos que el túnel guardaba celosamente.
De repente, la linterna parpadeó y se apagó, sumiendo a Ana en la oscuridad total. El silencio era abrumador, roto solo por el sonido de sus propios pasos resonando en las paredes de piedra. Con manos temblorosas, encendió la linterna una vez más y su luz reveló algo que la hizo detenerse en seco.
Delante de ella, en el centro de un cruce de pasillos, había una figura encapuchada de ojos brillantes que la observaba con una mirada intensa y penetrante. El miedo se apoderó de Ana mientras la figura comenzaba a avanzar lentamente hacia ella, cada paso resonando como un tambor en la oscuridad.
Sin pensarlo dos veces, Ana giró sobre sus talones y corrió, su corazón latiendo tan fuerte que parecía que iba a explotar en su pecho. Los susurros se intensificaron a su alrededor, las sombras parecían cobrar vida y alcanzarla con sus manos frías y clamorosas.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad de carrera frenética, Ana vislumbró la salida del túnel. Con un último esfuerzo desesperado, emergió a la luz de la luna, jadeando y temblando de terror.
Desde entonces, Ana nunca habló de lo que vio en las profundidades del Túnel Olvidado. Se convirtió en una sombra de su antiguo yo, con ojos vacíos y una mirada perdida que parecía buscar algo que había perdido para siempre en las sombras del túnel.
Y así, la leyenda del Túnel Olvidado continuó en Valle Encantado, recordando a todos que hay lugares en este mundo que es mejor dejar en el olvido, donde las sombras acechan y los secretos aguardan pacientemente su próxima víctima.
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