Hace años, en un pequeño pueblo rodeado de densos bosques, se alzaba una casa abandonada conocida como "La Mansión de los Lamentos". Nadie sabía exactamente por qué había sido abandonada, pero la mayoría de los lugareños afirmaba que estaba maldita. Los niños del pueblo solían contar historias espeluznantes sobre lamentos fantasmales y sombras que se movían en las ventanas por la noche.
Un día, un grupo de jóvenes aventureros decidió enfrentarse al misterio de la mansión. Armados con linternas, entraron a la casa en medio de la noche. El interior estaba cubierto de polvo y telarañas, y el aire era frío como el hielo. A pesar del miedo que sentían, estaban decididos a descubrir la verdad detrás de los rumores.
A medida que exploraban los oscuros pasillos, comenzaron a escuchar susurros indistinguibles y pasos silenciosos que los seguían. Las linternas parpadeaban inexplicablemente y las sombras parecían cobrar vida propia. Pero no se detuvieron.
Finalmente, llegaron a una puerta cerrada con un símbolo extraño tallado en ella. La puerta se abrió con un chirrido ominoso, revelando una habitación secreta. En el centro de la sala, encontraron un antiguo libro cubierto de polvo, con páginas amarillentas y letras ilegibles.
A medida que uno de los jóvenes comenzó a hojear el libro, las luces parpadearon una vez más y, de repente, la habitación se llenó de una presencia oscura y maligna. Fue entonces cuando escucharon una voz susurrante que les hablaba en un idioma antiguo y desconocido.
El terror los invadió cuando las sombras se materializaron en figuras retorcidas y espectrales. Intentaron huir, pero la puerta se cerró de golpe, atrapándolos en la habitación con la entidad maligna. Gritaron y lucharon mientras la oscuridad los envolvía, y sus cuerpos comenzaron a retorcerse y desvanecerse lentamente.
Desde ese día, nadie volvió a ver a los jóvenes aventureros ni a escuchar hablar de "La Mansión de los Lamentos". Se dice que sus almas quedaron atrapadas para siempre en la casa, condenadas a vagar como sombras en busca de nuevos intrusos.
La Mansión de los Lamentos sigue en pie como una advertencia para aquellos que se atreven a desafiar lo desconocido. Pero recuerda, si alguna vez encuentras una puerta cerrada con un símbolo extraño, no la abras. Puede que te encuentres con algo mucho más oscuro y macabro de lo que jamás imaginaste.
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